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Insomnio

El insomnio es el problema más frecuente de los trastornos del sueño. Se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño que repercute negativamente sobre la actividad del día siguiente, debido a la presencia de fatiga, somnolencia, ansiedad, depresión, astenia, irritabilidad y dificultad para concentrarse y el desempeño psicomotor.

El paciente con insomnio se queja de dificultad para conciliar el sueño, aumento en la cantidad de despertares nocturnos, disminución en el tiempo total de sueño o sensación de sueño insuficiente. Puede ser de carácter transitorio o crónico. Lo que tenemos que dejar bien claro es que el insomnio es una manifestación y no una enfermedad.

Hay dos tipos principales de insomnio, según se conozca o no la causa que lo provoca:

  • Insomnio primario: ausencia de una afección física o mental. Representa entre el 15-20% de los casos. Sus formas son básicamente la apnea del sueño, el síndrome de las piernas inquietas y movimientos involuntarios y breves.
  • Insomnio secundario: tiene identificada (o no) una causa. Representa la principal forma de insomnio; cerca del 80%.

Las causas del insomnio son múltiples, pasando desde situaciones de estrés pasajeras o cambios en las actividades diarias o de trabajo, hasta problemas de salud, tales como hipertiroidismo, menopausia, dolor crónico, o patologías, como infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), cáncer, fibromialgia, etc. También está asociado el insomnio a la toma de algunos medicamentos, de forma general a todos aquellos fármacos estimulantes del sistema nervioso central; anfetaminas, antidepresivos, etc.

Según la duración del insomnio, este puede ser:

–       Transitorio: su duración es inferior a una semana

–       De corta duración: dura de una a tres semanas

–       Crónico: más de tres semanas de evolución

El farmacéutico puede ayudar a controlar esta alteración con unos consejos básicos para mantener una correcta higiene del sueño:

  • Establecer un horario regular para acostarse y levantarse.
  • Limitar las siestas durante el día a un máximo de 30 minutos.
  • Dormir sólo lo necesario para encontrarse descansado y despejado al día siguiente. Limitar la permanencia en la cama a un máximo de 8 horas.
  • Realizar actividades relajantes antes de acostarse: lecturas sencillas, escuchar música suave, yoga, un baño caliente de menos de 15 minutos, etc.
  • Evitar comer, trabajar o ver la televisión en la cama.
  • Usar el dormitorio solo para dormir y mantener relaciones sexuales.
  • Mantener la habitación en condiciones óptimas para dormir: sin exceso de luz, sin ruidos y a una temperatura confortable, alrededor de 22 ºC.
  •  Llevar una dieta equilibrada, evitando cenas copiosas, el alcohol y el tabaco. Evitar acostarse con hambre.
  • Crear una rutina antes de acostarse: cepillarse los dientes, ponerse el pijama, poner el despertador, orinar e irse a la cama.

Si el insomnio no mejora con estas normas de higiene, es aconsejable consultar al médico.

 

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