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Congestión nasal

Una de las alteraciones más frecuentes en la población es la congestión nasal. Normalmente, se trata de una obstrucción o taponamiento nasal que se produce por la dilatación de los vasos sanguíneos de la mucosa nasal, lo que provoca una mayor llegada de sangre a la zona y una hinchazón de dicha mucosa. Esto provoca un estrechamiento de los conductos nasales, y un aumento de la producción de moco, con la consiguiente dificultad al paso de aire. Puede afectar a una o ambas fosas nasales.

La congestión nasal es un síntoma que suele acompañar a patologías leves, como el resfriado u otras enfermedades de causa muy diversa (alérgica, infecciosa, hormonal…).

Generalmente, la congestión nasal está acompañada de otros síntomas, como secreción y prurito nasal (sobre todo si es de origen alérgico) o estornudos. Si existiera fiebre y/o dolor de oídos o de cabeza, podría tratarse de una otitis o sinusitis, en cuyo caso se debe acudir al médico.

Las medidas para prevenir y tratar la congestión nasal son:

  • Realizar lavados nasales con suero fisiológico. Este método es bastante eficaz y seguro, por lo que es muy recomendable para los niños.
  • Otra opción más tradicional es inhalar vapor: se puede hacer calentando agua e inhalando el vapor generado (mejor cubriendo la cabeza con una toalla).
  • Evitar los cambios bruscos de temperatura.
  • Permanecer en ambientes bien ventilados, evitando tanto la humedad excesiva como el aire demasiado seco.
  • Llevar una dieta equilibrada y beber abundantes líquidos.
  • Evitar el alcohol y el tabaco.

Sin embargo, si estas medidas no son suficientes podremos acompañarlas con la administración de diferentes medicamentos. Si no existe ningún factor que haga recomendable la remisión del paciente al médico, el farmacéutico puede recomendar el uso de descongestionantes adrenérgicos. Si la congestión es de tipo alérgica, son preferibles los antialérgicos (antihistamínicos).

Recomendaciones de uso de los descongestionantes nasales:

Los descongestionantes nasales tópicos (gotas o aerosoles) actúan de manera rápida, pero su uso durante más de 3-4 días consecutivos debe evitarse debido al riesgo de efecto rebote. Su uso frecuente puede originar una “adicción”; se trata de un círculo vicioso que requiere el uso creciente de descongestivos tópicos para mantener despejadas las fosas nasales. Además, el uso prolongado del “spray nasal” puede causar irritación de la mucosa, una sensación punzante o de quemadura en la nariz e inflamación crónica. La única manera de tratar este problema consiste en interrumpir el uso del medicamento tópico. La sintomatología suele agravarse durante una temporada, pero después de varias semanas la respiración se normalizará en la medida en que desaparezcan los efectos adversos de las gotas. Si fuera necesario se podría recurrir a la toma descongestionantes vía oral.

En niños es recomendable el uso de gotas, ya que sus orificios nasales no son lo suficientemente amplios para admitir la administración de aerosoles. Por el contrario, en adultos es preferible usar aerosoles, ya que pueden alcanzar un área de mayor superficie.

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