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El herpes zóster acecha

Como un huésped no deseado que nunca termina de marcharse. Así actúa el llamado virus de la varicela-zóster en el organismo. Se trata de una enfermedad vírica frecuente y debilitante causada por la reactivación del virus varicela zóster, el mismo que causa la varicela, una enfermedad típica de la infancia que ha sufrido el 95% de los adultos. Por tanto, cualquier persona que haya pasado la varicela es susceptible de portar este virus.

Se calcula que una de cada cuatro personas desarrollará un herpes zóster durante su vida, y el principal factor de riesgo es la edad. Los expertos afirman que a partir de los 50 años hay que prestar atención a los síntomas. Pero no todas las personas en este periodo de su vida van a desarrollar este virus, sino que tienen mayor riesgo sufrirla si su sistema inmunológico se deteriora.

La varicela es una enfermedad infecciosa producida por un virus que, en una primera infección, ocasiona el cuadro clínico denominado varicela y que, posteriormente, se aloja en los ganglios nerviosos de las raíces dorsales, donde se puede reactivar para producir una lesión cutánea denominada herpes zóster.

A día de hoy, se sigue desconociendo el mecanismo de reactivación de este virus. Sin embargo, se sabe que la inmunosupresión, la edad avanzada,  la presencia de la radiación solar y otros factores provocan la reactivación viral y la aparición de las lesiones de herpes zóster. La varicela generalmente confiere protección inmune de por vida frente a un segundo brote, pero se han descrito casos aislados de segundas infecciones.

Este virus puede presentar diferentes complicaciones según los nervios afectados, sobre todo en individuos inmunodeprimidos, entre los que cabe destacar parálisis motora o facial temporal, insuficiencia respiratoria e infecciones bacterianas secundarias. La principal secuela que puede aparecer tras la desaparición de los signos cutáneos es la neuralgia posherpética, que consiste en una sensación dolorosa crónica y que puede durar desde varias semanas hasta aproximadamente un año.

Como medida de prevención, los expertos coinciden en la vacunación, ya que se trata de una vacuna efectiva y segura que impide que el virus que ya reside en el organismo se reactive. De esta forma, se refuerza el sistema inmunológico. Su prevención está recomendada por sociedades científicas y recogida en un Documento Consenso, desarrollado en enero de 2014, con el objetivo de facilitar la identificación del herpes en la práctica clínica, mejorar su diagnóstico y tratamiento y prevenir su aparición, de forma que se reduzca el impacto negativo sobre la salud y la calidad de vida de los ciudadanos.

La vacuna del herpes zóster previene la enfermedad y la neuralgia posherpética y reduce la incidencia de la enfermedad en más de un 60% y de la neuralgia en un 70%.  Además, estudios a largo plazo confirman que una sola dosis protege durante diez años. Se calcula que dos tercios de las personas que han padecido un zóster vuelven a sufrir la patología. La vacuna también protege de un segundo brote, esencial para los más ancianos.

Desde el 8 de octubre del 2014, las farmacias españolas dispensan la primera vacuna para prevenir el herpes zóster y su principal complicación, la neuralgia postherpética, pero de momento no cuenta con financiación pública. La vacuna, comercializada como ‘Zostavax’, se puede utilizar en personas de más de 50 años según su ficha técnica. Se administra en una única dosis con el objetivo de prevenir una enfermedad de la que en España se producen cada año cerca de 190.000 casos anuales, de los cuales casi un 15 por ciento acaban desarrollando neuralgia.

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