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Los medicamentos convertidos en personajes

¿Se imaginan unos medicamentos que cobran vida y viven el amor, la frustración, la intolerancia a la mentira o la angustia de la soledad? Pues eso es precisamente lo que ha hecho Almudena Solana en su cuarta novela (Efectos secundarios, Planeta, 2013, 274 págs.).

Se trata de una radiografía de nuestra sociedad actual a partir de la lista de los medicamentos más vendidos por unidades: Adiro, Nolotil, Viscofresch, Augmentine, Voltarén, Lexatin, Orfidal, Paracetamol Kern, Ventolin y Sintron. Aparentemente son diez historias inconexas, que comienza a contar en primera persona “Sintron”, un policía nacional que evita el atraco a una farmacia e inicia una relación de amistad y complicidad con el farmacéutico. Un farmacéutico que lo sabe todo y nunca se equivoca reduciendo la vida a química. Pero esas historias, al final, se entrecruzan entre sí. Para la autora vivimos en una sociedad medicalizada y las personas asumen características de los medicamentos que consumen, ella lo fuerza hasta el límite y a partir de ahí los medicamentos cobran vida en distintos personajes. Nolotil es un médico que ha aprendido a decir no; Augmentine es una caza-tendencias de Zara nostálgica de su infancia; Voltaren es un actor vanidoso; Viscofresh una azafata de tierra, dura por fuera y blanda por dentro, casada con Lexatin, un periodista deportivo de baja porque no soporta a su redactor jefe; Ventolin una mujer asmática y saxofonista en el colmo del más difícil todavía, y así van pasando páginas e historias que dejan un poco de sabor amargo de medicina y una reflexión, los medicamentos tienen unos “efectos secundarios”, base del título, que no tienen por qué ser siempre adversos, son unos efectos con los que tenemos que aprender a vivir.

La autora, Almudena Solana, es una periodista gallega afincada en Madrid, que combina la escritura con la pintura y puntuales colaboraciones en los medios. Su primera novela “El curriculum de Aurora Ortiz” (2002) ya alcanzó un excelente reconocimiento en España y Reino Unido donde fue adaptada al teatro. Después han seguido “Las mujeres inglesas destrozan los tacones al andar” (2007), “La importancia de los peces fluorescentes” (2009) y ahora acaba de publicar  “Efectos secundarios” (2013), obra excelentemente documentada en el ámbito farmacéutico que ella agradece expresamente al académico de Farmacia y de la Historia Javier Puerto; al periodista sanitario Victor Gil; a Cristina Muñoz de la Agencia Española de Medicamentos, y a Haydée Aranda de IMS Health.

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