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¿Es fácil combatir el insomnio?

Cada vez es más frecuente encontrase con personas que refieren no dormir bien, con problemas para conciliar el sueño y tener un sueño reparador que “recargue las pilas” para afrontar todas nuestras obligaciones diarias, disfrutar de nuestro tiempo libre y tener calidad de vida. El insomnio crónico ha pasado de afectar al 6,4% de la población a hacerlo sobre el 14% de los españoles en los últimos 20 años, es una tendencia que se está desarrollando en todos los países industrializados, sobre todo debido al estilo de vida tan acelerado y estresante que llevamos, además del hábito de usar dispositivos móviles antes de dormir.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el insomnio como el problema al iniciar y/o mantener el sueño o la queja relativa a un sueño no reparador que se produce durante, como mínimo, tres noches por semana, se asocia con angustia o incapacidad diurna

Dormir es una actividad necesaria, para reestablecer el equilibrio físico y psicológico básico de las personas. La necesidad de sueño cambia, en cada persona, según la edad, estado de salud, estado emocional y otros factores. Las recomendaciones horas/día de sueño según franja de edad son: recién nacidos (0-3 meses) 14-17 horas, lactantes (4-11 meses) 12-15 horas, niños pequeños (1-2 años) 11-14 horas, preescolares (3-5 años) 10-13 horas, escolares (6-13 años) 9-11 horas, adolescentes (14-17 años) 8-10 horas., adultos (18-64 años) 7-9 horas, personas mayores (≥ 65 años) 7-8 horas.

Las causas del insomnio pueden ser muy diversas:

  • Cambios en las rutinas diarias, demasiadas horas de trabajo, trabajar rotando turnos, problemas afectivos, cualquier situación que nos genere estrés, ansiedad, y preocupaciones. El estrés provoca insomnio, y éste, a su vez, es una causa de estrés, lo que genera un círculo vicioso.
  • Factores externos que no propician la conciliación del sueño, como el ruido o el exceso de luz.
  • Algunos hábitos como cenar en exceso, consumir bebidas con cafeína, alcohol, no tener un horario fijo para acostarse y levantarse, usar el móvil, el ordenador antes de acostarse.
  • Otras enfermedades del sueño que contribuyen a dormir menos o peor (apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas), enfermedades psiquiátricas (depresión, esquizofrenia) y otras que pueden interrumpir el sueño por dolor (fibromialgia) o por necesidad urgente de micción (enfermedades renales)
  • Durante el embarazo y la menopausia también se pueden ver afectados los patrones normales de sueño

Se pueden diferenciar dos tipos principales de insomnio:

  • Insomnio primario: cuando la causa que lo provoca no se identifica fácilmente o no está asociado a ninguna enfermedad.
  • Insomnio secundario: aparece como consecuencia de diferentes causas.

Por otra parte, teniendo en cuenta la duración del insomnio, se puede diferenciar:

  • Insomnio de tipo transitorio: su duración es inferior a una semana
  • Insomnio de corta duración o agudo: aparece por periodos de tiempo menores a los tres meses, por lo general se asocia a otros eventos que lo desencadenan.
  • Insomnio crónico: se da por lo menos tres veces a la semana por un mínimo de tres meses y tiene una afectación importante durante el día.

Los problemas derivados de padecer insomnio pueden ser muy variados, puede afectar al estado de ánimo causando irritabilidad, problemas en las relaciones sociales, depresión, ansiedad. Disminución en el rendimiento diario, nos encontraremos cansados, con poca energía y poca capacidad de concentración. También puede afectar a la salud física, aumentando el riesgo de presión arterial alta, accidente cardiovascular, a la liberación de hormonas que ayudan a crear masa muscular y al crecimiento, alteraciones de la respuesta inmunitaria. El insomnio también se ha relacionado con el desarrollo de obesidad, a través de la disminución de leptina, el aumento de GHR (factor liberador de la hormona del crecimiento) y la alteración de la sensibilidad de la insulina.

Para diagnosticar el insomnio, el médico normalmente comienza valorando la historia clínica del paciente, aspectos de su historia familiar, el papel de alguna enfermedad, etc.  Por otra parte, se recopilarán datos de situaciones que se producen durante el sueño, si la alteración del sueño tiene que ver con frecuentes cambios de husos horarios o cambios del turno del trabajo, si cuesta conciliar el sueño, si aparecen despertares repetidos a lo largo de la noche, considerar los trastornos del sueño relacionados con la respiración o la obesidad. Puede ser muy útil que el paciente lleve un “diario de sueño-vigilia” para conocer sus horarios de sueño durante las 24 horas del día, Una exploración física o cualquier otra prueba complementaria, puede ser necesaria para descartar cualquier otro trastorno de sueño u otra enfermedad.

En cuanto al tratamiento antes de recurrir al tratamiento farmacológico, se recomienda probar con la terapia cognitivo conductual, unida a la adopción de distintas costumbres o hábitos que aumenten la higiene del sueño.

El farmacéutico tiene una labor esencial a este nivel, escucharemos con atención al paciente para poder encontrar la posible causa de insomnio: estrés, preocupaciones, hábitos que impiden una correcta conciliación del sueño, si es un insomnio transitorio o de corta duración podemos asesorarle sobre los hábitos más recomendables para mejorar el insomnio o lo que conocemos como “higiene del sueño”:

  • Mantener un horario regular de sueño todos los días, tanto para acostarse como para levantarse. Los cambios constantes en los horarios de sueño aumentan la probabilidad de que se generen desajustes en el ciclo del sueño.
  • Hacer ejercicio o cualquier actividad física de forma habitual, por ejemplo, pasear durante al menos una hora al día, mejor con luz solar (regulará el ciclo biológico de vigilia y sueño) y al menos tres horas antes de ir a dormir. Si se realiza ejercicio vigoroso antes de acostarse, el sistema nervioso puede activarse y la sensación de somnolencia perderse.
  • Evitar comidas copiosas o pesadas antes de ir a dormir, así como tampoco conviene acostarse con hambre ya que no será útil para conciliar el sueño. Limitar el consumo de bebidas energizantes, estimulantes que contienen cafeína o teína, al igual que el consumo de alcohol y tabaco. Procurar no tomar líquidos en exceso al final de la tarde y por la noche para evitar tener que levantarse de la cama para ir al baño.
  • Realizar actividades relajantes antes de acostarse, como un baño con agua a temperatura corporal o practicar ejercicios de relajación
  • Adecuar las condiciones de la habitación para que sean óptimas para dormir, mantener una buena ventilación y una temperatura óptima. Intentar tener la menor luz posible y evitar el ruido. El dormitorio debe ser un lugar confortable y tranquilo, que incite al sueño
  • Acostarse solo cuando se tenga sueño, si no se puede conciliar el sueño evitar entrar en desesperación, esto hace que el sistema nervioso esté más alerta y con esto disminuye la posibilidad de dormirse. Si después de 15-20 minutos en la cama no se consigue conciliar el sueño, es mejor levantarse, realizar una actividad monótona, que no exija concentración y volver a la cama cuando se vuelva a tener sueño.
  • Evitar usar la cama para otras actividades que no sea dormir, como ver televisión, trabajar con el ordenador, comer… lo que lleva a que nuestro cerebro asocie diversas actividades con la cama menos con la de dormir.
  • Evitar la siesta, en casos excepcionales se podría, después de comer, intentando que no sea por un tiempo superior a 30 minutos.

Si estas medidas no funcionan, el farmacéutico deberá derivar el paciente al médico para su valoración y posible instauración del tratamiento farmacológico oportuno, en todo momento debemos velar para que el paciente no se automedique, y en el caso de estar ya con tratamiento, asesorarle sobre su correcta administración, posibles efectos adversos, contraindicaciones, etc, estar a su disposición para que nos pueda consultar cualquier dudad al respecto. Frente a la acción de los medicamentos clásicos como la melatonina o las benzodiacepinas y los agonistas del receptor de las benzodiacepinas, cuyo objetivo es inducir el sueño, es muy novedoso el uso de antagonistas del receptor de las orexinas o hipocretinas, lo que implica reducir la vigilia en lugar de inducir el sueño El 29 de abril de 2022 se aprobó en la Unión Europea un nuevo medicamento para el insomnio crónico en adultos que no genera dependencia ni tolerancia y mantiene la funcionalidad diurna del paciente: el daridorexant.

 

M.ª Isabel Rodríguez Tejonero

Doctora en Farmacia. Servicio de Información Técnica del COFM

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