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Uruguay también restringe las cadenas de farmacias

Poco a poco, todos los países sudamericanos que en los años noventa liberalizaron la farmacia están dando marcha atrás y reconociendo la necesidad de regular mejor este sector. Es el caso de Chile, Argentina o de Paraguay, que recogimos también en este mismo blog.

El último país en hacerlo ha sido Uruguay. El Gobierno que preside José Mujica ha aprobado el Decreto 369/013, que establece que “ninguna persona física o jurídica, conjunto económico o grupo de sociedades, podrá ser titular de más de 15 establecimientos de farmacia de primera categoría”. Tampoco lo podrá ser de dos o más farmacias instaladas en un radio menor a 1.000 metros.

El legislador uruguayo aprovecha además para impedir la comercialización de medicamentos, cosméticos y dispositivos terapéuticos a través de Internet y prohibir cualquier tipo de integración vertical que origine un conflicto de intereses. Para ello veta la propiedad simultánea de farmacias, farmacias hospitalarias, rurales, homeopáticas o empresas de distribución, según la categoría de boticas que distingue la regulación del país al norte del Río de la Plata.

Veto que refuerza con la prohibición a los titulares de los establecimientos de ser titulares, directa o indirectamente, de registros de especialidades farmacéuticas y/o marcas que las identifiquen, como tampoco “contratar con terceros la fabricación para la venta de dichos productos con marcas propias o de terceros vinculados al mismo grupo económico”. Por último, sanciona cualquier vinculación comercial o profesional de los titulares con clínicas o profesionales de la salud, que prescriban especialidades farmacéuticas.

A la vista de los hechos, que son siempre más tozudos que las hipotéticas ventajas de los experimentos liberalizadores, cada vez resultan menos comprensibles propuestas como la desregulación de la propiedad y titularidad de las farmacias en España o posturas como la defendida recientemente por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, al reclamar una revisión “en profundidad” de la ordenación farmacéutica. ¿Con qué fin?, cabe preguntarse. ¿El de abrir la puerta al monopolio de las grandes cadenas farmacéuticas como ocurre en Sudamérica?

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