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Tarjeta Sanitaria Individual: la llave maestra del SNS

Esta vez sí que parece que la Tarjeta Sanitaria Individual será una realidad válida en todo el Sistema Nacional de Salud. El proceso tardará aún en completarse cinco años, que es el tiempo que el Ministerio de Sanidad calcula que será necesario para renovar o sustituir las actuales tarjetas en España. Pero la espera habrá merecido la pena si se consiguen sus objetivos.

La tarjeta sanitaria única deberá asegurar, en efecto, la lectura y comprobación de los datos de los pacientes de cualquier comunidad autónoma, tanto en los centros de salud, como hospitales y farmacias. Hasta ahora, este objetivo que parece una condición mínima para cualquier sistema de salud integrado resulta un imposible. Cada región cuenta con su propia tarjeta y con formatos que no son interoperables entre sí, por lo que los cuatro millones de españoles que calcula el Ministerio de Sanidad que reciben cada año atención sanitaria en una comunidad distinta a la suya tienen un problema a la hora de identificarse y de beneficiarse de las mismas garantías que los ciudadanos residentes en dicha comunidad.

Con la tarjeta común no tendrán, en estos casos, que desplazarse cada tres meses al centro de salud a renovar su tarjeta de desplazados, ni ninguna administración podrá alegar un problema burocrático o de cualquier otra índole para denegar la atención al paciente de otra comunidad, como ha ocurrido en España, o de otro país, ya que permitirá también la circulación de los pacientes en la UE. En el caso de los medicamentos, la falta de una tarjeta común traslada el problema a la farmacia, ya que el farmacéutico no puede comprobar los datos del titular de la tarjeta.

La tarjeta sanitaria individual deberá facilitar también la completa implantación de la receta electrónica y la historia clínica digital, de modo que se reconozcan las recetas emitidas a través de este sistema en cualquier oficina de farmacia de España. Entonces se podrá decir que el despliegue de la receta electrónica en el SNS es un hecho.

Sólo llevará incorporados una serie de datos básicos y un código de identificación personal que será la llave maestra para abrir el sistema y permitir a los profesionales autorizados consultar la historia clínica y farmacológica del paciente cuando estén digitalizadas. Una garantía para todos cuando, por fin, sea una realidad.

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