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¿Quién paga la carrera de 300 km al hospital?

Estaba la representante del Ministerio de Sanidad yéndose por las ramas intentando justificar por qué se retiraron cerca de 100 medicamentos biológicos de la farmacia en 2012 para dispensarlos en exclusiva en el hospital, cuando se encontró de frente con el caso real de un paciente catalán.

Se lo expuso abiertamente el vicepresidente primero del COFM, Manuel Martínez del Peral, en el reciente encuentro organizado por Cofares en Santander. Se trata de una persona de Viella, en el Valle de Arán, que cada dos meses recorre 300 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para acceder a su tratamiento en el hospital de Barcelona que antes tenía a su disposición en su farmacia de toda la vida. Hay que puntualizar que le correspondería Lérida como centro de referencia, que dista a 160 kilómetros, pero que, ya puestos a recorrer estos 320 kilómetros, prefiere que su seguimiento lo efectúe un médico de confianza de Barcelona.

Estarán conmigo en que, antes de tomar cualquier decisión, hay que ponerse en la piel del ciudadano que es, al fin y al cabo, el que entra cada día y atendemos en nuestras farmacias y el que, en esta ocasión, está pagando los platos rotos.

Lo que quedó en evidencia en Santander es que no hay otro criterio sanitario o profesional, que no sea el puramente económico siempre y cuando se adopte el punto de vista de la administración y no del paciente, que justifique apartar al farmacéutico de la dispensación de la mayoría de medicamentos biológicos retirados. Porque como Francisco Zaragozá se preguntó: “¿quién si no el farmacéutico tiene más formación y está más preparado en farmacología?”.

Resulta, por lo tanto, más que aconsejable revisar el actual listado de medicamentos biológicos de dispensación hospitalaria, como defendió el profesor Zaragozá. Eritropoyetinas, interferones, anti TNF, antiasmáticos y otros inmunosupresores, antiosteoporóticos, hipocolesterolemiantes, entre otros, podrían volver a la farmacia con todas las garantías. En Portugal, incluso, lo acaban de regular por ley como acabamos de saber por El Global.

Se lo debemos primero a los pacientes, la mayoría de ellos crónicos, porque no se les puede obligar a incurrir en gastos de desplazamiento o a invertir su tiempo que muchas veces son horas laborales en ir y esperar en los centros hospitalarios su medicación. Y, en segundo lugar, por los farmacéuticos, que somos los verdaderos especialistas en la medicación y que estamos en condiciones de garantizar la continuidad y el correcto seguimiento de la terapia, seleccionar a los pacientes que mejor van a responder a los fármacos o identificar a tiempo las reacciones adversas que se produzcan en los tratamientos, por muy complejos que sean.

Esto es lo que estamos reclamando en todos los foros en los que participamos y esperamos que, más pronto que tarde, las autoridades sanitarias se pongan, de una vez por todas, en la piel de los pacientes.

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