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Precios desorbitados de medicamentos… la Chinchona calisaya

Los precios de los medicamentos, desorbitados cuando están relacionados con la innovación, tienen un complejo proceso de determinación que depende, además del coste de producción, del periodo de patente, el tipo de mercado libre o monopolístico y las políticas públicas de financiación en aquellos países en los que existe algún tipo de subvención.

Volviendo la vista atrás, precios desorbitados no son algo reciente. El análisis de una noticia, merece una contextualización. El 2 de enero de 1918 se produjo un debastador incendio en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia). El periódico El Adelantado de Segovia ofreció el 7 de enero un inventario de lo destruido, señalando a la botica como uno de los recintos dañados por completo; en ella, señalan, “había costosos perfumes del siglo XVIII, medicinas antiquísimas y curiosas como polvo de cráneo humano, uña de ciervo, esmeraldas y zafiros en bruto, víboras secas y la riquísima quina calisaya, que se supone valía un millón de pesetas, traída de América en 1750”.

Un millón de pesetas del año 1918. ¿Qué supone esa cantidad? No es fácil de calcular. Las tablas de valor adquisitivo de la peseta del Instituto Nacional de Estadística arrancan del año 1936. Para llevar a cabo un cálculo grosero hemos partido del precio de 1 kg de pan en 1918, que era de 50 céntimos, y lo que cuesta de media en 2017: 0,93 euros. Es decir, podríamos comprar casi 2 millones de kg de pan, que en pesetas de 2002, año de su desaparición y por tanto depreciadas por la inflación de los últimos quince años, eran 357,7 millones de pesetas. Para mayor complicación el pan, alimento más consumido entonces que en la actualidad, tenía un precio político en 1918. Tras la crisis económica de la Primera Guerra Mundial y la huelga general de 1917 el Gobierno no aprobaba ninguna subida. Precisamente, como opción más imaginativa para contentar a los panaderos, en 1918 el presidente del Gobierno Antonio Maura autorizó por decreto que 1 kg de pan tuviera 800 gramos.

En definitiva, la quina calisaya (Chinchona calisaya) de la Real Botica de La Granja, entendemos que el árbol de su jardín botánico, estaba valorado en un precio absolutamente desorbitado para su época. Su tamaño adulto supera los 10 metros de altura y el diámetro de su tronco, con más de 160 años podía ser de 50 cm. Lo que se aprovecha es su corteza triturada de la que se obtiene la quina y otros alcaloides. El nombre de chinchona, como se recordará, se lo adjudicó Linneo en 1753, en homenaje a Ana de Osorio, condesa de Chinchón, esposa del virrey del Perú, curada del paludismo gracias a la quina en 1638.

La ilustración es una fotografía del estado del Palacio de la Granja en la última fase del incendio de 1918, a la que se ha sobrepuesto una lámina de chinchona calisaya.

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