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La ONU considera que la mala alimentación es una amenaza más grave para la salud que el tabaco

¿Se debería de regular la comida como el tabaco? Esta cuestión ha sido planteada por el Relator Especial de la ONU para la Alimentación, Olivier De Schutter, al asegurar que la mala alimentación es una amenaza para la salud peor que el tabaco, por lo que pide un acuerdo global que regule las dietas poco saludables.

Coincide con esta opinión, la directora general de la OMS, Margaret Chan, quien se muestra muy categórica indicando que “parte del mundo está literalmente comiendo hasta morir”. Esta dura crítica es una llamada a la acción de los gobiernos para atajar las causas que han provocado  que “nuestros hijos sean cada día más gordos” debido en parte a factores sociales, económicos, culturales y de infraestructura, que interactúan entre sí y han causado cambios sustanciales en el estilo de vida.

El impacto de la obesidad en la salud mundial representa la quinta causa de muerte y aunque el hambre  todavía supone un problema para unos 800 millones de personas, la mala dieta lo es aún mayor. Unos 1.400 millones  de personas sufren la llamada epidemia del siglo XXI en el mundo, es decir  tienen obesidad o sobrepeso  y con ello  incrementan el riesgo de contraer patologías diferentes como  problemas cardiovasculares, diabetes, osteoartritis y algunos cánceres (mama, endometrio o colon).

 A pesar de que la obesidad se identificó como un problema de salud pública emergente a principios de los años setenta, desde entonces no se han adoptado las medidas de prevención necesarias. En este sentido, Olivier De Schutter, se lamenta de la nula repercusión que ha tenido la estrategia global sobre la actividad física puesta en marcha por la OMS  hace diez años y  la escasa respuesta que han logrado las sugerencias incluidas en el informe de nutrición publicado en 2012. A día de hoy, no se han aplicado ninguna de las las cinco medidas principales que recomendaban aumentar los impuestos a los productos menos saludables; regular los alimentos con alto contenido de grasas saturadas, azúcar y sal; limitar la publicidad de la comida basura; replantearse ciertos subsidios agrícolas que abaratan algunos productos  y apoyar a los productores locales para que los consumidores tengan acceso a productos sanos, frescos y nutritivos.

Ante dicho escenario, nuevas voces se han sumado a la petición de adoptar medidas severas para regular la industria de la comida de la misma forma que se hace con el tabaco. En esta línea se han definido la Federación Mundial de la Obesidad (WOF) y Consumidores Internacional (CI, por sus siglas en inglés); ambos grupos consideran que los gobiernos de todo el mundo deben imponer reglas obligatorias para que la industria de alimentos y bebidas reduzcan los niveles de sal, grasas saturadas y azúcares e imponer estrictos controles de promoción de ciertos productos.

El debate está abierto, pero los legisladores no podrán obviar una cuestión de matices y es que la comida, a diferencia del tabaco, es necesaria para vivir.

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