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Medicamentos de Nobel: la insulina

Desde finales del siglo XIX ya se conocía que la diabetes estaba causada por una carencia de una hormona segregada por los islotes de Langerhans del páncreas, pero aunque nadie había conseguido aislarla, ya se le había asignado el nombre de insulina (del latín insula: isla).

Inicialmente, se administró extracto de páncreas o la glándula fresca a los enfermos diabéticos, pero el tratamiento fracasó porque posiblemente la hormona era destruida por los enzimas proteolíticos. A Frederick Banting se le ocurrió una nueva línea de investigación tras leer un artículo en el que se exponía que la ligadura del conducto pancreático provocaba la degeneración de las células que segregaban tripsina. Banting pensó que si podía eliminar esa enzima, la insulina no se degradaría y podría conseguir el extracto.

Expuso su idea a John Macleod, profesor de fisiología de la Universidad de Toronto, y este puso a su disposición lo necesario para que avanzase en su investigación junto con su ayudante Charles Best. En agosto de 1921 administraron la insulina obtenida a perros diabéticos y comprobaron que descendían los niveles de azúcar en sangre y orina y desaparecían los síntomas típicos de la enfermedad. Poco tiempo después se la administraron a un chico diabético de catorce años, que mejoró de su enfermedad.

En 1923, Frederick Grant Banting y John Macleod recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el descubrimiento de la insulina. Sin embargo, hay evidencias de que el médico rumano Nicolae Constantin Paulescu había conseguido aislar en 1921 lo que denominó pancreína, la hormona pancreática antidiabética.

La Comisión del Premio Nobel no tuvo en cuenta a Paulescu al conceder el galardón, aunque en 1969 reconoció su mérito y su prioridad en la obtención de la insulina.

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