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La viruela, el origen del término vacuna

La viruela es una enfermedad muy contagiosa causada por un virus, de género ortopoxvirus. La infección natural por viruela se ha erradicado. Se transmite de persona a persona por la inhalación de microgotas de saliva de personas infectadas, que libera partículas virales infectadas por la descamación de las lesiones bucofaríngeas durante la primera semana de exantema. Las vesículas de la viruela pueden contener virus viables durante mucho tiempo, pero al estar envueltas en material desecado y engrosado, esta vía es menos contagiosa. También se transmite por ropa contaminada.

Las manifestaciones clínicas de la enfermedad en la versión más característica, denominada viruela clásica, ofrecen una imagen muy espectacular, no solo por la sintomatología de malestar general con fiebre, vómitos o dolor lumbar graves, sino, sobre todo, por la aparición, primero de un exantema, y más tarde de lesiones dermatológicas en forma de pústulas purulentas que cubren todo el cuerpo, que se ulceran y se infectan con gran facilidad. Las pústulas a veces confluyen formando lesiones, que ocupan amplias extensiones de la piel, y no en pocas ocasiones queda afectada la visión por la afectación de la córnea. Más tarde se desecan las pústulas y caen las costras, dejando las características marcas dermatológicas. La letalidad en las personas no vacunadas oscila entre el 30 y el 60%. El tratamiento en general es sintomático y puede efectuarse con agentes antivirales.

La viruela ha supuesto uno de los grandes problemas de salud pública de la humanidad. A medida que la población mundial crecía y los viajes aumentaban, el virus se expandía por el mundo. Esta virulenta enfermedad ha coexistido con el ser humano durante miles de años.

Un practicante de medicina en la Inglaterra rural encontró el camino que lo llevaría a la cura para esa enfermedad que mataba, sobre todo, a niños.

Cuando estaba haciendo sus prácticas médicas lejos de su hogar, Edward Jenner (1749-1823) atendió a una joven que le consultó sobre unas lesiones que tenía en la piel. Ella trabajaba ordeñando vacas y casualmente le dijo que no era viruela porque ella ya había pasado la viruela bovina. Jenner recordó que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela. La viruela bovina no era grave y nadie moría de eso.

En 1775, Jenner empezó un minucioso estudio sobre la relación entre la viruela bovina y la de humanos y, tras experimentar con animales, preparó una sustancia líquida obtenida de la supuración de una ampolla de una mujer enferma y descubrió que, si se la inyectaba a un ser humano, esa persona quedaba protegida contra la viruela. En 1796, inoculó a su primer paciente humano y siguió demostrando su teoría en humanos, incluido en su propio hijo. En 1797 presentó el estudio ante la Royal Society y en 1798 publicó su investigación dentro de la cual acuñó el término “vacuna”, del latín “vacca” (vaca). El principio de la vacuna de Jenner es el mismo de hoy en día, aunque el método es más simple y efectivo. La vacuna llegó a España en 1800 y al año siguiente se llevaron a cabo las primeras vacunaciones exitosas en Madrid.

La viruela siguió infectando a la población muchos años después de la muerte de Jenner. La vacuna evolucionó gracias a científicos como Louis Pasteur (1822-1895). La campaña de vacunación a nivel mundial redujo año tras año los casos hasta que en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el mundo estaba libre de viruela y su erradicación representa uno de los más grandes logros de la salud pública del siglo XX.

Después del éxito de la erradicación de la viruela dejó de emplearse la vacuna. A día de hoy, la principal preocupación por brotes epidémicos se relaciona con el bioterrorismo. Las investigaciones legales sobre este virus solo las efectúan en dos laboratorios que conservan reservas de virus de viruela bajo estrictas medidas de seguridad. Uno es el Centro para Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de Atlanta (Georgia), en Estados Unidos, y otro es el Centro Estatal de Investigación de Virología y Biotecnología, Koltsovo, región de Novosibirsk, Federación Rusa. Estas reservas oficiales solo se utilizan para investigación de medidas contra el terrorismo. Los investigadores son vacunados de forma sistemática y en condiciones de manejo de material contaminado de nivel 4, por lo que es poco probable que un accidente o una infección en estas instalaciones se tradujeran en un brote epidémico.

 

 

Inmaculada Castillo

Farmacéutica del Servicio de Información del Medicamento del COFM

 

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