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Inhalar gas del mechero, una moda con graves consecuencias

Recientemente, hemos tenido conocimiento de la muerte de una joven  debido, presuntamente, a la inhalación voluntaria de gas licuado presente en la recarga de un mechero.

El abuso de sustancias inhaladas se da en todos los entornos sociales y cuanto más fáciles de conseguir y más baratas, más vulnerables se hacen los jóvenes a su consumo.

Las sustancias susceptibles de desviación de uso se pueden encontrar en el ámbito doméstico, industrial o médico y van desde solventes volátiles (disolventes de pinturas, gasolina o pegamentos), aerosoles (recarga de mecheros y esprays anestésicos) o gases (anestésicos de uso médico, como el óxido nitroso conocido como el “gas de la risa”).

Las sustancias inhaladas se absorben muy rápido a través de los pulmones. Se distribuyen al cerebro, hígado, riñón y médula ósea. Sus efectos toxicológicos aparecen de inmediato y duran muy poco, ya que se metabolizan también con cierta rapidez. El efecto se puede prolongar varias horas inhalando la sustancia de forma reiterada y su eliminación se lleva a cabo principalmente a través del aire exhalado. Algunas sustancias tienen efectos estimulantes y otros depresores, pero todas tienen efectos psicoactivos.

Los consumidores de este tipo de agentes inhalados experimentan todo tipo de síntomas, dependiendo de la sustancia química y van desde desinhibición, excitación, comportamiento impulsivo, alteraciones del habla, mareo, diplopía, desorientación, euforia, somnolencia, cefalea, náuseas, vómitos, diarrea, calambres intestinales y disnea. Por otra parte, puede producir irritación de ojos, nariz, boca, rinitis, conjuntivitis y rash cutáneo. Tras el uso prolongado hay riesgo de grave depresión neurológica y respiratoria.

Algunos autores describen el “síndrome de la muerte súbita por inhalación”, que es un riesgo existente y asociado a cualquier tipo de consumo, incluso durante la experimentación inicial.

Tampoco debemos subestimar las muertes por asfixia, coma, ahogamientos por aspiración del contenido gástrico; y los traumatismos por caídas o accidentes de tráfico asociados al abuso de sustancias inhaladas.

El gas licuado de petróleo que contienen las recargas de los mecheros se compone de butano, isobutano y propano en diversas proporciones. Es un gas habitualmente incoloro, inodoro o con ligero olor a petróleo, que por inhalación produce síntomas de asfixia por desplazamiento del oxígeno en el aire. Su toxicidad se manifiesta con tos, coloración azulada de piel y mucosas, sensación intensa de falta de aire, obnubilación, sensación de mareo, vértigos, dolor de cabeza, pérdida de consciencia y coma. Si se prolonga la falta de aire puede provocar fallecimientos. Pueden provocar síntomas como de embriaguez, con euforia, mareos, desorientación, sueño, inconsciencia.

Ante una persona con sospecha de intoxicación por gas debemos colocarla tumbada sobre un costado para evitar la aspiración del vómito, llamar a una ambulancia, no agitar a la persona y tratar de mantenerla consciente.

Respecto a las familias, los signos de alarma que desatan las sospechas de que un menor o joven consume drogas son: cambios bruscos en el cuidado personal, abandono de aficiones e intereses, aislamiento, disminución de la comunicación, descenso del rendimiento escolar, trastornos del sueño, pesadillas, insomnio, pérdida de peso o cambios bruscos de humor.

Cuando los progenitores sospechan o tienen conocimiento de que su hij@ consume drogas debe saber que puede acudir a cualquiera de los Centros de Atención a las Adicciones que el Ministerio de Sanidad pone a disposición de las personas afectadas.

 

Más información:

Plan Nacional sobre Drogas. Ministerio de Sanidad

Centro de Atención Integral a Drogodependencias. Comunidad de Madrid

Centro de atención a las adicciones. Madrid Salud

 

Inmaculada Castillo Lozano

Farmacéutica Servicio de Información Técnica COFM

 

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