Ictus, que no te toque
Si no has vivido de cerca lo que supone esta enfermedad no podrás hacerte una idea del tremendo impacto vital que supone, en primer lugar, para quien la sufre y luego para todos los que conviven con ella a diario. El ictus es una enfermedad incapacitante y la segunda causa de muerte en el mundo. Esta enfermedad, si te toca, te puede dejar secuelas de por vida, como trastornos emocionales, en el mejor de los casos. En el peor de los casos, además, se pierde la movilidad, la capacidad para entender, la sensibilidad en alguna parte del cuerpo, como las extremidades o la cara, la visión (pudiendo volverse doble o teniendo la incapacidad de apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual), el habla, la escritura, la coordinación, el equilibrio y se sufren otras dolencias de manera crónica, como dolores corporales, lo que se conoce como espasticidad (rigidez y tirantez de los músculos que interfiere seriamente en la capacidad para realizar actividades diarias) y dolores de cabeza muy intensos.
En el peor de los casos, cuando las secuelas son graves, los supervivientes del ictus pasan a ser personas totalmente dependientes, teniendo que relegar en otras tareas tan básicas como asearse o comer por cuenta propia. Lo más duro de todo es que el paciente afectado por un ictus es consciente de todo y sufre mucho.
El ictus te puede tocar a ti que estás leyendo esto. Cada 6 minutos se produce un ictus en España. Cualquier persona puede sufrir un ictus, desde bebés hasta ancianos. Nadie está exento y si, además, no tenemos unos hábitos de vida saludables somos portadores de la mejor papeleta para que nos toque.
Se estima que, en todo el mundo, un 25% de la población está en riesgo de sufrir un ictus a lo largo de su vida. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 110.000 personas sufren un ictus en España cada año, de los cuales, al menos un 15%, fallecerán y, entre los supervivientes, en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia funcional.
Afortunadamente, también hay otro dato: más del 80% de los ictus que se sufren son prevenibles. Para evitarlo necesitamos conocer los factores de riesgo y concienciarnos de la importancia de cuidar nuestra salud. Así, ojalá nunca nos toque vivir uno.
Factores de riesgo
La edad es uno de los principales factores de riesgo para la aparición súbita de un ictus. Su aparición es más frecuente a partir de los 55 años y, debido al progresivo envejecimiento de la población española, se estima que en los próximos 20 años aumente cerca de un 40% el número de casos. No obstante, la edad no es el único factor de riesgo. El tabaquismo, el consumo de alcohol de forma frecuente, la falta de ejercicio físico de forma regular, la alimentación desequilibrada y poco saludable, tanto en alimentos como en cantidades, el sobrepeso, el estrés crónico, la tensión arterial elevada, el azúcar en sangre y el colesterol elevado de forma prolongada son otros de los factores de riesgo que posibilitan la aparición de un ictus.
Además, algunas enfermedades dentales, como la periodontitis crónica, pueden desencadenar un accidente cerebrovascular.
El tiempo es vida
El ictus es una enfermedad tiempo-dependiente, por lo que cuanto más temprana sea su detección, el acceso a las pruebas y al tratamiento, mayor será la probabilidad de sobrevivir a ella y mayor también la de superarla sin secuelas importantes.
Lamentablemente, según uno de los últimos estudios que se han realizado al respecto entre la población española, solo un 10% de la población sabría definir correctamente qué es un ictus y solo un 50% de la población sabría reconocer los síntomas de esta enfermedad.
El hecho de que a esta enfermedad se la conozca por tantos nombres (accidente cerebrovascular, infarto cerebral, derrame cerebral, apoplejía…) no ha ayudado en esta labor. Por esa razón, se está intentando que cada vez sea más común la utilización de un único término, ictus, para designar la interrupción de la circulación sanguínea al cerebro, bien por un trombo o bien por un derrame. Por otra parte, también son muchos los que tienden a pensar en esta enfermedad como una enfermedad cardiaca, cuando en realidad es una enfermedad cerebral.
Signos de alerta
Ante cualquiera de estos signos o síntomas hay que solicitar ayuda médica urgente:
- Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo.
- Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión o visión doble.
- Dificultad para hablar o entender.
- Dolor de cabeza muy intenso.
- Pérdida de sensibilidad u hormigueos en alguna parte del cuerpo.
- Sensación súbita de vértigo o pérdida de equilibrio.
- Boca torcida.
- Desorientación.
- Dificultad para coordinar movimientos.
Rosalía Torres
Mi Farmacéutico
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