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Hiperhidrosis: sudoración excesiva

La sudoración es un mecanismo que emplea nuestro cuerpo para regular la temperatura y perder calor a través de la evaporación del sudor. Y aunque parezca increíble, el cuerpo humano puede segregar  hasta 10 litros al día, una cantidad que  puede aumentar en el caso de los pacientes con hiperhidrosis, quienes sudan entre 4 a 5 veces más. Este problema se evidencia especialmente durante el verano cuando el aumento de las temperaturas  produce un gran impacto en la calidad de vida de las personas con este problema, quienes pueden presentar alteraciones en su vida social y laboral.

La hiperhidrosis se debe a una producción excesiva de sudor que se manifiesta con mayor frecuencia a nivel de las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies y la cara. Aunque todavía no se ha descubierto la existencia de ningún gen asociado a esta alteración, sí que existen familias en las que varios miembros pueden padecerla, como padres e hijos. En España se estima que cerca de un millón de personas sufren este trastorno.

Si bien la causa de la hiperhidrosis no está del todo clara, se achaca a la sobre estimulación del sistema nervioso autónomo, en concreto del nervio simpático, cuyas fibras discurren a ambos lados de la columna vertebral. De esta manera, se produce una secreción de sudor mayor de la necesaria para regular la temperatura corporal. Según el tipo de afectación, se distingue en hiperhidrosis primaria e hiperhidrosis secundaria: la primera puede iniciarse en cualquier momento de la vida; la segunda, puede deberse a trastornos de la glándula tiroidea o pituitaria, diabetes mellitus, tumores, menopausia o ciertos fármacos.

Hoy en día, la hiperhidrosis es controlable. Algunos tratamientos consiguen reducirla de forma importante, aunque la mayoría de ellos sólo consiguen reducirla de  forma temporal, excepto la simpatectomía, una intervención quirúrgica que resulta definitiva.

No obstante, antes de recurrir a tratamientos más agresivos, se  recomienda utilizar  antitranspirantes que bloquean los conductos excretores de la glándula sudorípara, los más usados son las sales de aluminio. Al respecto, hay que diferenciar entre desodorante y antitranspirante. Mientras que  los primeros sólo ocultan el olor del sudor, los segundos controlan la secreción. También es aconsejable adoptar hábitos de vida saludable, reducir el peso corporal, mantener una dieta equilibrada y evitar productos como los refrescos de cola, café, té o chocolate, ya que activan las glándulas apocrinas causantes del mal olor.

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