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Encopresis, la incontinencia fecal que afecta a niños que ya controlaban ir al baño

El control de los esfínteres en los niños es un proceso paulatino que tiene avances y retrocesos, y que necesita de la maduración neurológica, psicológica y emocional. Por lo general, a los cuatro años los pequeños suelen controlarlos. Sin embargo, hay casos en los que, pasada esta edad, sufren episodios de incontinencia fecal, también conocida como encopresis.

Tal y como explican desde la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria y Castilla y León (SCCALP), “cuando a un niño mayor de 4 años se le escapan las heces sin que existan problemas en el recto o en el esfínter anal se denomina encopresis y ocurre entre el 1% y el 2% de los niños con 7 años”.

 

¿En qué consiste y qué causa la encopresis?

Se trata de la emisión intermitente de heces en situaciones o en lugares inapropiados que ocasiona el manchado de la ropa interior, lo que provoca muchas veces falta de autoestima y problemas psicológicos.

La causa más frecuente, según los expertos, es el estreñimiento de larga duración, conocida como incontinencia fecal retentiva. “La retención de heces provoca dilatación en la parte final del intestino y disminución de la sensación de ganas de defecar, lo que aumenta aún más la dilatación. Finalmente, la distensión del músculo que controla la defecación (esfínter anal externo) provoca el escape involuntario de las heces”, dicen desde la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Existe otro tipo de incontinencia fecal menos frecuente, que se asocia a trastornos psicológicos y de la conducta del niño, y que se denomina incontinencia fecal no retentiva. Desencadenada por situaciones estresantes, como:

  • Entrenamiento temprano o estresante para ir al baño.
  • El comienzo del colegio.
  • Mudarse de casa.
  • La muerte de un familiar.
  • El nacimiento de un hermano.
  • Separación o divorcio de padres.
  • Niños con problemas de salud mental o un entorno familiar complicado.

 

También existe la posibilidad, aunque es muy poco común, de que la encopresis se deba a un problema de debilidad de las paredes del intestino.

Por último, existen ciertas enfermedades que pueden relacionarse con la falta de control en la defecación, como la enfermedad de Hirschsprung o megacolon agangliónico, afección por la que faltan ciertas células nerviosas en las capas musculares de porciones del intestino grueso. Esto causa estreñimiento o bloqueo grave del intestino grueso.

 

¿Cuáles son los signos de la encopresis?

Pese a que cada niño es diferente y las señales de que padece encopresis varían, hay algunos rasgos a tener en cuenta, como destacan desde el Hospital de Salud Infantil de Standford (Stanford Children´s Health), exclusivamente dedicado a la atención pediátrica y obstétrica.

Pueden incluir, por ejemplo:

  • Heces flojas o aguadas.
  • Rascarse o frotar la zona anal ante la irritación que producen las deposiciones acuosas.
  • Distanciarse de los amigos y familiares.
  • Esconder la ropa interior sucia.

 

¿Cómo se puede tratar la encopresis?

Lo principal es siempre acudir y comentarle la situación al pediatra. El primer paso suele ser vaciar el intestino por vía oral mediante laxantes, aunque hay en ocasiones en las que es necesario recurrir a los enemas (medicamentos aplicados por vía rectal).

“Una vez vaciado el intestino, se deben tomar laxantes durante un periodo variable de tiempo hasta que se defeque con normalidad.”, explican desde la AEP. Es importante que el niño se alimente con una dieta equilibrada y la ingesta habitual de frutas, verduras y mucha agua.

A estos hábitos saludables hay que añadir lo que los profesionales denominan medidas de educación intestinal, como sentar al pequeño durante un periodo de unos diez minutos en el inodoro después de las comidas.

Y siempre, enviarle un refuerzo positivo para motivarle y evitar que se frustre.

 

Consejos

Este tipo de situaciones puede conllevar momentos muy tensos en la familia y de frustración, por lo que se recomienda no intentar que los niños controlen la defecación a edades muy tempranas (menores de dos años) y, sobre todo, no usar conductas punitivas, ni castigar ni amenazar al niño.

También es bueno favorecer que se siente diariamente durante unos minutos en el inodoro tras las comidas para que se acostumbre y adquiera el hábito.

Y, por último y no menos importante, moverse. Hacer ejercicio cada día favorece el movimiento intestinal.

 

 

Texto: Alba Jiménez

Departamento de Comunicación del COFM

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