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Declaración de Córdoba

Nueva etapa, camino sin retorno, un antes y después en la profesión… Se ha dicho y, sobre todo, se espera mucho de la Declaración de Córdoba. Y no es para menos. Presentada el 23 de octubre en la ciudad andaluza, la Declaración recoge un decálogo de intenciones impulsado por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos que despierta ilusión y puede convertirse en el documento refundador de la Farmacia española si conseguimos llevarlo a término.

Son diez puntos, diez compromisos que expresan la voluntad de los farmacéuticos por evolucionar y renovarse, asumiendo nuevas competencias y retos asistenciales en beneficio de los pacientes y en ámbitos que todavía hoy no están reconocidos.

“Es una nueva visión de la farmacia del siglo XXI”, ha dicho la presidenta del Consejo, Carmen Peña. En efecto. Atrás quedan los tiempos en los que la única estrategia visible del sector era el inmovilismo de la defensa a ultranza de un modelo sometido a permanente acoso. Ahora la profesión tiene un plan, una hoja de ruta que se apoya en los sólidos pilares de “la independencia profesional que ofrece el actual modelo de titularidad-propiedad” sobre los que se asienta la farmacia para construir una nueva relación con los pacientes, con la sanidad y con la sociedad en su conjunto.

Uno de los más inmediatos es, sin duda, la atención domiciliaria para llegar a donde el paciente no puede hacerlo. Es una necesidad social apremiante y la farmacia está en condiciones de atender esta demanda con profesionalidad. Falta ahora el reconocimiento legal de esta actividad y el apoyo económico de la administración para hacerlo posible y, de paso, evitar sustos con la inspección o injerencias de otras profesiones que frenen el empuje de la farmacia.

Es necesario también, como subraya la Declaración, participar en la e-Salud y, para ello, necesitamos acceder al historial farmacoterapéutico del paciente con el fin de asumir un papel más activo en la atención de los pacientes.

Son demandas naturales de una profesión que no quiere quedarse atrás y aspira a evolucionar al ritmo que marca la propia sociedad. Por ello, contar con un marco legal y avanzar en la práctica colaborativa con otros profesionales de la salud, como médicos y enfermeros, es esencial para alcanzar nuestros objetivos. También lo es ir de la mano de la administración y contar con su apoyo. Es el camino que hemos elegido en Madrid. Queremos ir paso a paso en la dirección de trabajar en el desarrollo de servicios profesionales farmacéuticos centrados en el paciente que apunta la Declaración. Y, por eso, hemos llegado a un acuerdo con la Consejería de Sanidad que nos ha autorizado el despliegue de una cartera de diez servicios.

Saber qué queremos y a dónde nos dirigimos es la primera condición necesaria para llegar a la meta. Desde el Colegio estamos poniendo toda nuestra voluntad y capacidad para alcanzar este objetivo profesional que estamos seguros contará con el máximo apoyo y colaboración de todos los farmacéuticos.

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