Archivos

Conservación de medicamentos con el calor y precauciones de uso

Durante el verano, con las altas temperaturas, debemos tener ciertas precauciones con la conservación de los medicamentos, es esencial para que estos mantengan sus características de calidad, seguridad y eficacia. La caducidad y las condiciones de conservación se establecen en función de los resultados de los ensayos de estabilidad a los que son sometidos antes de ser comercializados.

Es importante tener en cuenta las condiciones ambientales y climatológicas para realizar un correcto uso, almacenaje y transporte de los medicamentos. Para evitar problemas, antes de empezar a usar un medicamente, conviene leer atentamente el prospecto, donde además de proporcionarse información sobre las indicaciones, precauciones, forma de empleo, se especifica la forma de conservación del medicamento.

  • Medicamentos que se deben conservar en frío, entre +2ºC y +8ºC

Podemos identificarlos gracias al símbolo del frío que aparece en el envase. Los símbolos, siglas y leyendas son elementos de relevancia que se encuentran en el etiquetado y aportan información sobre el medicamento. Es muy importante que no se rompa la cadena de frío desde su fabricación hasta el momento de su administración al paciente.

Se deben conservan en la nevera, entre 2ºC y 8ºC, mejor en la bandeja central y sin acercarlos al fondo para evitar su posible congelación.

Se deben usar inmediatamente tras sacarlos de la nevera. Algunas insulinas solo precisan estar en la nevera antes de usarlas, pero una vez abiertas, deben permanecer a temperatura ambiental (siempre y cuando sea inferior a 25 °C), para evitar el dolor al inyectarlas.

Si vamos a viajar con ellos, se debe asegurar el mantenimiento de la cadena del frío durante el transporte del medicamento. Para ello, se pueden emplear embalajes isotérmicos refrigerados que no provoquen congelación (una nevera portátil con acumuladores de frío). Conviene mantenerlos dentro de su cartonaje, para evitar la congelación por contacto con la fuente de frío y además lo protegeremos de la luz.

Debemos tener especial precaución con la fecha de caducidad, ya que en el caso de medicamentos termolábiles suele ser corta.

  • Medicamentos que se deben conservar a temperaturas inferiores a +25ºC o +30°C (se indica en el envase)

En este caso, los medicamentos tienen un límite de temperatura máximo al que pueden estar expuestos. No obstante, rebasar esa temperatura en algún caso puntual no tiene consecuencias negativas sobre la estabilidad del fármaco. Estos medicamentos se deben almacenar en los lugares más frescos de la casa, en los que no haya cambios bruscos de temperatura o no haya fuentes de calor cercanas (cocinas, cuarto de baño), mejor en lugar fresco y seco. Mantenerlos dentro de su envase, ayudará a limitar las variaciones de temperatura. A diferencia de los anteriores, para su transporte solo se requerirá un embalaje isotérmico no refrigerado (neverita portátil sin acumuladores de frío). Debemos evitar guardarlos en lugares donde puedan alcanzarse altas temperaturas como maleteros, guanteras o coches estacionados a pleno sol, no deben ser expuestos mucho tiempo a temperaturas de más de 40º.

  •  Medicamentos que se pueden conservar a temperatura ambiente

No requieren unas condiciones especiales de conservación, sus estudios de estabilidad han demostrado que pueden estar a temperaturas superiores a 40ºC durante 6 meses. Se pueden almacenar sin problema en las condiciones habituales de conservación.

Debemos tener en cuenta que hay medicamentos, como algunos jarabes y suspensiones que se preparan en casa, que deben utilizarse antes de un plazo determinado, por lo que conviene apuntar la fecha de apertura en la propia caja y además, una vez abiertos puede ser que requieran refrigeración, siempre se debe leer el etiquetado y el prospecto para saber cómo conservarlos adecuadamente tras su apertura y/o preparación.

  • Formas farmacéuticas específicas

Puede ser que el principio activo como tal no se vea alterado por el calor, pero sí la forma farmacéutica, como es el caso de supositorios, óvulos y cremas. Se alteran los excipientes haciendo que cambie la apariencia y el aspecto del medicamento, los supositorios y los óvulos van perdiendo su forma original, se van “deshaciendo” y las cremas se vuelven más fluidas. Esta alteración de la forma de presentación puede afectar a las propiedades del principio activo que contienen y por tanto su actividad, con lo cual es mejor no usarlos.

Por otra parte, también debemos tener en cuenta las precauciones de uso de ciertos medicamentos en verano, cuando estamos sometidos a exposición solar. Al tomar el sol puede aparecer una reacción de fotosensibilidad, reacción desencadenada en la piel por la exposición a las radiaciones ultravioletas o visibles a dosis que normalmente son inocuas. Aunque esta reacción puede estar producida por algunas enfermedades como porfiria y enfermedades del colágeno vascular, también pueden desencadenarla ciertos fármacos (medicamentos fotosensibilizantes), compuestos de oleorresinas, caucho, etc. al ser ingeridos o usados de forma tópica cuando el paciente se expone a la luz solar. Dentro de los medicamentos fotosensibilizantes más utilizados están algunos protectores gástricos, como el omeprazol, AINES (antiinflamatorios no esteroideos), como el ibuprofeno, algunas benzodiacepinas, como el lorazepam y el diazepam y algunos antihipertensivos, como el enalapril. Lo más habitual es que se produzca una fototoxicidad, una reacción de fotosensibilidad de tipo no inmunológico, apareciendo un eritema parecido a una quemadura solar pudiendo producirse también edema, vesículas y ampollas. Esta lesión suele revertir a los 2-7 días de suspender el fármaco, aunque en algunos pacientes puede persistir meses lo cual no significa que se desarrolle una reacción persistente a la luz.

Además, debemos tener en cuenta que ciertos fármacos pueden agravar los efectos de las altas temperaturas y tomar precauciones al respecto. Estos medicamentos actúan favoreciendo la deshidratación o la pérdida de electrolitos (ej. diuréticos), afectando a la funcionalidad del riñón (ej. antiinflamatorios), interfiriendo en la pérdida de calor de nuestro cuerpo (ej.: antihistamínicos), e incluso aumentando de forma directa la temperatura corporal (ej. tramadol).

 

 

M.ª Isabel Rodríguez Tejonero

Farmacéutica de la Unidad de Información Técnica del COFM

 

Dejar un comentario

Consiento expresamente los términos expuestos en Aviso Legal