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Cómo evitar las enfermedades de transmisión alimentaria

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 600 millones de personas (una de cada 10) enferman tras consumir alimentos contaminados, un problema de salud pública que origina 420.000 muertes anuales.

Las enfermedades transmitidas por los alimentos, que a menudo se denomina intoxicación alimentaria, se deben a la ingesta de alimentos contaminados por patógenos. Los síntomas pueden variar de leves a graves en función de la causa, pero normalmente incluyen náuseas, vómitos, diarrea, calambres abdominales, debilidad, pérdida de apetito, fiebre, dolor muscular o escalofríos. En los casos graves, la enfermedad por transmisión alimentaria puede derivar en hospitalización o incluso en muerte.

Entre los macroorganismos más importantes, a considerar por el riesgo que suponen en el consumo de alimentos, cabe destacar Listeria monocytogenes, Salmonella spp, Campylobacter y Escherichia coli.

Para garantizar la seguridad alimentaria es necesario mantener una conservación, transporte, empleo y consumo seguros de los alimentos para prevenir la aparición de riesgos para la salud. Con este objetivo, el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid (CODINMA) recuerda la importancia de extremar las precauciones durante todo el año para evitar las intoxicaciones alimentarias.

 

¿Cómo prevenirlas?

  • Extremar la higiene personal. El lavado de manos es una de las estrategias más sencillas y eficaces para evitar contagios. No hay que olvidar lavarse las manos antes de empezar a cocinar y repetir la operación varias veces durante la preparación de los platos, también siempre que se vaya al baño.
  • Después de cocinar, refrigerar la comida cuanto antes y no dejarla a temperatura ambiente. Las altas temperaturas hacen que las bacterias proliferen a una velocidad mucho mayor y que contaminen los alimentos incluso mucho antes de que empiecen a oler mal o presenten mal aspecto.
  • En las salidas al campo o la playa es conveniente llevar la comida en recipientes muy limpios y herméticamente cerrados y mantener fresca la nevera o cesta con la comida, con acumuladores de hielo para neveras portátiles o una bolsa de hielos.
  • Separar los alimentos crudos de los cocinados. Tanto en la nevera como en la superficie de trabajo, los alimentos crudos deben estar aislados de los que ya se han cocinado en recipientes distintos y protegidos por envoltorios sin rasgaduras. Asimismo, no deben usarse los mismos utensilios para manipular los alimentos crudos y los platos ya preparados.
  • Es necesario extremar la higiene y desinfección de las encimeras, menaje de cocina y tablas de cortar en las que se depositan y prepararan los alimentos, tanto durante la manipulación como cuando se termina.
  • Cocinar los alimentos por completo. Los alimentos pueden estar contaminados por microorganismos. Si los alimentos se cocinan bien, estos microorganismos pueden ser destruidos por el calor. La temperatura a la que debe someterse el alimento debe ser suficiente para que alcance un mínimo de 70º C en el centro del producto.
  • Lavar las frutas y verduras a conciencia. Para garantizar su seguridad hay que lavarlas con agua potable y añadir incluso unas gotas de desinfectante alimentario para incrementar la seguridad.
  • Tener especial cuidado con los productos con salsas, mayonesas, asados y con las preparaciones que incluyen alimentos cocinados y crudos a la vez.
  • Utilizar exclusivamente agua potable. No se debe beber ni usar agua procedente de pozos que no esté potabilizada.
  • Mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y animales de compañía. No hay que olvidar que los animales pueden ser portadores de gérmenes patógenos y parásitos que originan enfermedades de transmisión alimentaria.

 

Charo Tabernero

Periodista del COFM

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