La clave no es el pastillero
La investigadora y experta en economía de la salud, Núria Mas, recordaba recientemente la importancia de identificar historias de éxito dentro de la sanidad para avanzar en la mejora de los sistemas de salud. Lo hacía durante la presentación del informe de Funcas La triple meta para el futuro de la sanidad.
Uno de los ejemplos expuestos era tan simple como eficaz. Dos centros distintos de Estados Unidos habían recurrido al uso de pastilleros de medicamentos para promover la adherencia al medicamento de sus pacientes polimedicados. En el primer centro, el Walter Reed Army Medical Cente de Washington que atiende a veteranos de guerra, los resultados avalaban la eficacia del blíster de medicación, mientras que en el otro apenas registraban variaciones en el cumplimiento de los tratamientos. ¿Cuál era la razón si se habían seguido en ambos casos los mismos protocolos?
Después de revisar las dos experiencias, la única diferencia que encontraron los investigadores fue que en el centro militar un farmacéutico se encargaba de recordar personalmente a los pacientes para qué servía cada fármaco en el momento de rellenar el pastillero.
Valga este ejemplo para demostrar una vez más la importancia de la información y el factor humano en el trato con los pacientes y lo decisivo que resulta contar con la intervención profesional, en este caso del farmacéutico, para promover cambios reales en los hábitos y estilos de vida.
Es una experiencia y servicio que, sin duda, tienen los pacientes en su día a día en la farmacia y que bien se puede trasladar a la práctica farmacéutica en los hospitales, residencias, domicilios y cualquier centro, en definitiva, que quiera lograr sus objetivos de salud. ¡Para eso somos farmacéuticos!
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