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Los bebés prehistóricos también tomaban biberón

El biberón es una voz francesa derivada del latín “bibere” (beber), conocida en sus orígenes por denominar a los borrachos. Desde principios del S.XIX se identifica con su significado actual, que varía según la latitud geográfica. Así es conocido como mamadera en Argentina, mamila en México, pepe en Honduras, pacha en Nicaragua y el Salvador o tetero en Venezuela y Colombia.

Los primeros biberones se remontan al 5000 antes de Cristo. Así lo establece un reciente estudio, según el cual los bebés prehistóricos eran alimentados con leche animal utilizando unos recipientes de arcilla, que se fueron implantando durante las Edades de Bronce y de Hierro. Desde entonces, la evolución del biberón está ligada a la historia de lo doméstico. Durante el Imperio Romano existían pequeñas vasijas especialmente diseñadas para almacenar la cantidad de leche necesaria para alimentar al bebé durante el día. Más adelante, en la Edad Media, se incorporó un cordel a modo de colgante para atar al cuello de los lactantes, quienes se alimentaban de leche mezclada con licor de azúcar.

No fue hasta el siglo XVI cuando Enrique II de Francia dio un importante impulso al biberón creando la fábrica de Saint Porchaire, donde se producían biberones que alcanzaron la consideración de auténticas obras de arte. Objetos de porcelana o cerámica decorados con todo tipo de filigranas, de los que se conserva algún ejemplar en el Museo del Louvre de París. Al margen de estas piezas artísticas, los biberones más utilizados eran los elaborados con esponja o de cuero, aunque el más popular de todos era el de ubre de vaca.

Con la revolución industrial, el biberón dejó de ser un objeto artesanal y se convierte en un producto fabricado en serie y a gran escala. Los biberones descritos hasta el momento de cerámica, vidrio o plata estaban fabricados en una sola pieza y resultaba muy difícil, por no decir imposibles, de limpiar.  Con este fín, Édouard Robert diseñó un biberón que supuestamente aportaba más seguridad, aunque no lo logró. El biberón, que consistía en un tubo largo provisto de un frasco en su interior y un tapón perforado por el que pasaba un conducto externo de caucho conectado a una tetina, terminó convirtiéndose en el “biberón asesino” por lo complicado de limpiar el conducto de caucho, que resultó ser un auténtico nido de microbios. A pesar de enfermar a cientos de bebés y, en contra de la recomendación de los médicos para no usar el biberón, siguió siendo de lo más popular hasta 1910, cuando fue prohibido. 

Preocupados por dar respuestas a la alta mortalidad infantil, algunos médicos empezaron a hacer pruebas para diseñar modelos nuevos, más higiénicos y, de paso, mejorar la calidad de la leche. Al respecto, hay que recordar la contribución de Henri Nestlé, un farmacéutico alemán afincado en Suiza, que en su día había revolucionado el mercado del chocolate. El empresario alcanzó la fama por crear la llamada ‘leche de fórmula’, un compuesto más digerible para los pequeños estómagos de los bebés gracias a que se eliminaba el almidón y el ácido de la harina. Además, la pasteurización o esterilización por calor, que se empieza a aplicar en 1888, permitía destruir todos los gérmenes. A partir de esta fecha la tasa de mortalidad infantil empieza a descender de forma significativa.

A principios de los años 50, el modelo “Bib49” introdujo el innovador sistema del aro enroscado. El frasco siguió siendo de cristal y de forma cilíndrica, pero provisto de un cuello enroscado al que se fijaba un aro que sostenía la tetina. En aquel momento, el biberón todavía no llevaba capuchón y el aro, inicialmente fabricado en baquelita, pasó rápidamente a ser de plástico. Las marcas Mont Blanc y Remond fueron las primeras en utilizar este sistema.

España se incorpora más tarde a fabricar biberones y adopta los materiales más adecuados, que reproduce de modelos europeos. No obstante, la industria incipiente apuesta por este mercado y varias empresas alimenticias coordinan su estrategia fabricando biberones, a la vez que buscan nuevos productos lácteos. Este es el caso del Pelargón, leche maternizada de Nestlé, que marcó a toda una generación, la de los nacidos a partir de 1952, a la que se denomina hoy día la ‘Generación Pelargón’.

 

Texto:

Charo Tabernero García.

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