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Anorexia del lactante, cómo mejorar su relación con la comida

La correcta alimentación en la infancia es vital para un buen desarrollo de los pequeños. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en la que los niños no quieren comer y se desencadenan escenas a veces incontrolables para los padres y educadores. Y pese a que pueden ser etapas o periodos transitorios, es importante estar atentos a la denominada “anorexia del lactante y niños pequeños”, en la que es necesario contar con ayuda profesional, ya que, hasta en un 5% de los casos puede existir un verdadero trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

Entonces, ¿cuándo se habla de un verdadero TCA del lactante o niño pequeño? Tal y como explica el pediatra Samuel H. Campuzano Martín, en su artículo «Trastornos de la conducta alimentaria en el niño pequeño» de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), “cuando es lo suficientemente importante para producir un trastorno nutricional o socioemocional en el niño y en los cuidadores, y que requiere de un tratamiento específico”. Suele aparecer entre los 0 y 6 años y es más frecuente en menores de 3 años.

Es cierto que, el hecho de probar por primera vez alimentos con sabores o con texturas nuevas, cuando se van incorporando alimentos en su dieta (entre los 6-8 meses se inicia la ingesta de alimentos sólidos con cuchara), hace que algunos niños desarrollen una mala relación con la comida y que apenas quieran comer o sientan rechazo. De hecho, en los niños menores de 2 años se puede manifestar una constante ausencia de hambre a la hora de las comidas o las tomas, terminar de comer tras haber ingerido escasa cantidad o se muestran caprichosos y selectivos al elegir los alimentos o los rechaza (neofobia).

Sin embargo, cuando esta situación se prolonga en el tiempo, repercute en una bajada considerable de peso del menor y puede desencadenar problemas del desarrollo, es necesario tomar medidas.

Características de la anorexia infantil

El rechazo a la comida puede ser activo, esto es, cuando el niño llora, se enfada, quita la carita para evitar que le den de comer, escupe lo que ingiere o lo vomita. Por otro lado, puede experimentar un rechazo denominado “pasivo” a la comida, es decir, deja que se le caiga el alimento de la boca cuando se lo dan y muestra desgana y lentitud.

Causas

Son muchos los factores que pueden intervenir en el TCA de los más pequeños. Puede tratarse de un problema orgánico (anorexia como factor secundario a una enfermedad o infección, alteraciones de la deglución o producidas como efecto secundario de ciertos fármacos) o conductual, como que rechace el alimento como respuesta a conflictos que le rodean (familiares, escolares…). También puede rechazarla por algún episodio traumático, como un atragantamiento, por prácticas inadecuadas en el destete o si existe historial de TCA parental con entornos en los que hay una gran preocupación por la imagen… Lo principal es consultar con el pediatra, que podrá hacer una valoración clínica del menor.

Cómo mejorar su relación con la comida

El tratamiento será siempre individualizado y englobará un abordaje nutricional y conductual que marque el profesional, no solo del niño, sino también de la familia.

Es recomendable intentar realizar actividades y rutinas tranquilas antes de las comidas para preparar el terreno antes de sentarse a comer, como, por ejemplo, ir a lavarse las manos o ayudar a poner la mesa. También es importante no usar el chantaje ni impedir que el pequeño ejercite sus destrezas para comer y, sobre todo, respetar sus gustos y desagrados por algunos alimentos, dentro de un orden.

En los casos en los que la nutrición se ve muy comprometida, los pequeños requieren una valoración especializada con necesidad de soporte nutricional artificial, ya sea oral o enteral (principalmente con sonda nasogástrica).

En cuanto al tratamiento farmacológico, este no suele estar indicado, salvo en casos concretos y siempre prescritos por el médico, como la ciproheptadina, un fármaco que actúa sobre el centro regulador del apetito en el hipotálamo y que, cabe destacar, también posee actividad antihistamínica. No obstante, y aunque es seguro y eficaz, puede producir algunos efectos adversos. De ahí la importancia de consultar a los profesionales sanitarios.

Desde el área de Salud de la Comunidad de Madrid cuentan con una sección específica sobre alimentación infantil en función de sus etapas y datos de contacto a los que puedes acceder pinchando en este enlace.

 

Alba Jiménez / Inmaculada Castillo

Departamento de Comunicación COFM / Servicio de Información Técnica COFM

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