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Alergia a los ácaros del polvo, cómo evitarlos y eliminarlos

En otoño bajan las temperaturas y aumenta la humedad, de tal forma que se producen todos los factores ambientales ideales para la propagación de los ácaros del polvo en el hogar. Se trata de una especie de arácnido diminuto, que no se puede apreciar a simple vista, que invade las viviendas, sobre todo en los lugares oscuros y húmedos, denominados ácaros domésticos y que pertenecen mayoritariamente a la familia Pyroglyphidae. Solo el 25% de las más de 40.000 especies de ácaros descritas están relacionadas con enfermedades alérgicas, como rinitis, asma, conjuntivitis y dermatitis atópica.

Según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), suelen causar alergia con frecuencia en los niños, sobre todo en las zonas costeras y en las islas, y en general en aquellos lugares con una temperatura en torno a los 21 grados y una humedad del 70%.

Estos insectos son habitantes habituales en cualquier domicilio, que se alimentan de las sustancias que hay en el polvo de la casa y se acumulan especialmente en habitaciones como dormitorios, ya que los colchones de las camas son su refugio ideal. También en los sofás y en muebles revestidos de tela, y su presencia se incrementar en épocas de altas temperaturas y en los lugares donde los niveles de humedad son elevados.

Los alergólogos aseguran que los ácaros son reconocidos como los responsables de la alergia al polvo doméstico desde finales de los años 60 y son una de las causas de alergia más frecuentes en la actualidad. Estas especies conviven con las personas, ya que se alimentan de las descamaciones dérmicas, lo que es fácil, ya que perdemos en tono a 1 gramo al día.

Un estudio de la médico especialista en Alergología del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, Teresa Carrillo Díaz, indica que la humedad es el principal factor limitante para su desarrollo: los niveles óptimos de humedad relativa son del 75% a 15ºC. Estos valores se alcanzan fácilmente en los colchones mientras están ocupados, un promedio de 8 horas al día. El calor y la transpiración de sus ocupantes producen un aumento en su temperatura que alcanza 25º-30ºC, y su humedad relativa se incrementa en un 5-8%.

En cuanto al hábitat de estos insectos, Carrillo explica que “durante esas 8 horas al día, los ácaros de los colchones encuentran unas condiciones favorables de desarrollo. Este tiempo puede ser mayor si la cama se hace de modo inmediato, sin ventilación previa, por lo que se puede mantener cierto grado de temperatura y humedad durante casi 16 horas”.

Entre otros, los síntomas más frecuentes de la alergia a los ácaros del polvo son: estornudos, moqueo y goteo nasal, ojos rojos y llorosos o con picazón, congestión nasal, picazón en la nariz, los ojos, la garganta, tos, etc. Estos síntomas suelen desaparecer al abandonar el domicilio, pero, a su vez, suelen reaparecer al volver al hogar, sobre todo por la noche al acostarse.

Por ello, se aconseja seguir una serie de recomendaciones para prevenir los síntomas:

  • Lavar la ropa de cama cada semana a una temperatura de 60ºC.
  • Mantener el nivel de humedad en la vivienda por debajo del 50 por ciento.
  • Evitar utilizar textiles del hogar, es decir, materiales que puedan coger polvo con facilidad.
  • Utilizar ropa de cama a prueba de alérgenos.
  • Retirar el polvo doméstico con paños humedecidos y secar a continuación.
  • No usar alfombras.
  • Usar peluches lavables.
  • Aspirar tapicerías y suelos a diario utilizando una aspiradora con bolsa de doble capa.
  • Permitir la entrada de la luz del sol durante las máximas horas del día y ventilar las habitaciones varias veces al día.
  • Limpiar los filtros del aire acondicionado y calefacción regularmente.

En cuanto sospechemos que podemos tener una alergia, en este caso a los ácaros del polvo, es necesario acudir de inmediato al alergólogo que, mediante pruebas cutáneas y análisis de sangre, nos confirmará el diagnóstico y el tratamiento que debamos seguir, dependiendo de cada caso.

Actualmente, existen dos tipos de tratamiento para acabar con la alergia a los ácaros, pero siempre debe estar supervisado por el médico:

  • Tratamiento farmacológico: antihistamínicos, corticoides nasales para la rinitis, inhaladores para el asma bronquial, colirios para los ojos, etc., y otras soluciones que pueden aliviar los distintos síntomas.
  • Vacunación: dependiendo del grado de intensidad de la sintomatología, el alergólogo decidirá si el paciente debe vacunarse. Mediante la administración de sucesivas vacunas que contienen el alérgeno en pequeñas cantidades, que se van aumentando poco a poco, el organismo se va acostumbrando a la exposición hasta que deja de reaccionar frente a ella y, de esta forma, los síntomas se van haciendo menos intensos.

 

Ana Quevedo

Periodista del Departamento del Comunicación del COFM

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