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Revacunas para las paperas

Hay enfermedades en España que creíamos superadas desde hace décadas, pero se ha comprobado que no es así. Es el caso de la parotiditis, más conocida como las paperas. Se trata de una patología muy contagiosa que se propaga a través del contacto con saliva y secreciones respiratorias. Es una infección típica de la infancia, especialmente en niños de 5 a 10 años, aunque puede afectar ocasionalmente a algún adolescente o adulto. En cualquier caso se recomienda el aislamiento del paciente ante la menor sospecha de contagio.

En lo que va de año, los casos de paperas se han duplicado en España. Desde el 1 de enero hasta el 9 de julio, se han infectado 9.600 personas por esta enfermedad frente a las 4.111 del primer semestre del año pasado, según un informe de la Comunidad de Madrid, donde se ha registrado el pico más llamativo de contagios.

En concreto, la  Consejería de Sanidad madrileña ha detectado 1.465 casos de parotiditis, lo que supone una cifra 3,41 veces mayor que en el mismo periodo de 2012. El brote de paperas en Madrid puede deberse a la poca efectividad de la vacuna que se administró entre 1985-1988 y 1995-1998.

Puede ser porque la dosis de la triple vírica de la cepa, en concreto,  llamada Rubini tenía menos efectividad y un poder antigénico del 58%, cuando el porcentaje de efectividad de la que se inyecta en la actualidad está entre el 85% y el 88%.

Pese a ello, la medida preventiva más eficaz sigue siendo esta vacuna, que protege contra el sarampión, la rubéola y la parotiditis.

En España, el uso de esta vacuna se inició en 1981 y, según el calendario vacunal vigente, se pone a los 12 meses la primera dosis y a los 4 años el refuerzo. Aún así, siempre existirá la posibilidad de que surjan brotes, ya que no es 100% efectiva y no se vacuna toda la población.

El grupo de población con mayor riesgo de padecer esta enfermedad son las personas que se inocularon esa vacuna que actualmente tienen entre 14 y 20 años, y que posteriormente no se vacunaron con una vacuna eficaz.

Por todo ello, la Consejería  aconseja que los jóvenes que se revacunen, especialmente los adolescentes que conviven en grupos sociales en los que el contacto es más intenso. La importancia de prevenir la parotiditis epidémica se basa en evitar su propagación y posibles complicaciones.

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