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Medicamentos de Nobel: el prontosil

Un equipo de investigadores trabajaba en Bayer sintetizando prontosil rubrum, un colorante para tinción de bacterias, cuando en 1932 el pátologo alemán Gerhard Domagk descubrió que esta sustancia protegía el organismo de los ratones de laboratorio contra el ataque de estreptococos.

Domagk empezó entonces los experimentos en un hospital cercano para probar su eficacia en humanos. Estaba trabajando en ello, cuando en la Navidad de 1935 su hija Hildegard, de 6 años, se clavó en la mano una aguja de coser. Unos días más tarde, la herida se le infectó y la infección se extendió por todo el cuerpo, deteriorándose gravemente su estado de salud. Su médico recomendó la amputación del brazo, pero advirtiendo que tenía pocas posibilidades de sobrevivir. La infección de la niña estaba causada por estreptococos, por lo que su padre, desesperado ante la muerte inminente de su hija, tomó la arriesgada decisión de tratarla con prontosil. Milagrosamente, Hildegard salió del hospital dos días después totalmente curada, sin apenas haber sufrido efectos secundarios.

Posteriormente, se conoció que el prontosil se metabolizaba produciendo sulfonamida, que es la responsable de su acción.

Por el descubrimiento de los efectos antibacterianos del prontosil, a Gerhard Domagk se le concedió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1939. Sin embargo, las autoridades de su país lo obligaron a rechazar el premio, aunque recibió su diploma y su medalla con posterioridad.

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