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Insomnio infantil

La Academia Americana de Medicina del Sueño en su segunda edición (ICSD-2) lo define como: «Dificultad mantenida, a pesar de la oportunidad de dormir y en función de la edad, para iniciar o mantener el sueño o su calidad que provoca alteraciones funcionales en el niño y/o familia» Una latencia de sueño mayor de 30 min. y/o despertares de más de 20 min. de duración pueden ocasionar malestar clínicamente significativo y deterioro en el área social, familiar.

La mala calidad del sueño interferirá en el estado de humor de los niños, así como en su rendimiento escolar, pudiendo llegar a tener repercusiones físicas por lo que es importante detectarlo a tiempo y ponerle así tratamiento.

Las necesidades de sueño varían a lo largo del desarrollo del niño. Es importante conocer la cantidad de sueño normal en función de la edad, ya que en ocasiones las expectativas de sueño que consideran los padres difieren de las necesidades reales, por lo que pueden estar refiriendo un problema de insomnio cuando no lo hay. En la siguiente tabla se proporciona una guía.

EDAD

HORAS DE SUEÑO

Primeras semanas de vida

Sueño largo, sucede indistintamente de noche o de día.

A partir de las 6 semanas

El sueño más largo se produce por la noche, suele ser de 5-6 h.

A partir de los 3 meses

Empiezan a dormir de forma continua casi toda la noche, manteniendo una siesta a media mañana y otra después de comer.
A partir del año

Sueño nocturno suele ser de 10 h y empieza a desaparecer la siesta matinal.

Entre 3-5 años

Comienzan a desaparecer las siestas y el sueño nocturno suele ser de 11 h.

A partir 9-10 años

El sueño nocturno está en torno a las 10 h.

 

 

TRASTORNOS DEL SUEÑO MAS FRECUENTES

Disomnias: se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o bien por somnolencia excesiva. Dentro de este grupo nos encontramos distintos tipos:

  • Conductual: es la falta de capacidad del niño para iniciar el sueño cuando está solo, muestra resistencia a entrar en la habitación o se sale de ella, llora, grita… esto nos lleva a retrasar el inicio del sueño. También tienden a despertarse varias veces por la noche, necesitando la presencia de los padres (acunarlos, darles alimentos) para volver a conciliar el sueño.
  • Síndrome de retraso de fase: suele aparecer a partir de los 10 años, se caracteriza por una falta de sueño a la hora de acostarse y mucho sueño a la hora de levantarse, por lo que están cansados y con sueño durante gran parte del día, dando lugar a fatiga diurna y bajo rendimiento escolar. El sueño una vez conciliado es normal.
  • Síndrome de piernas inquietas: se caracteriza por tener la necesidad de mover las piernas cuando estamos en reposo, suele manifestarse, sobre todo, al final del día. Esto puede llevar a provocar insomnio, ya que no le permite iniciar el sueño.
  • Síndrome de apnea-hipopnea durante el sueño: es un trastorno respiratorio que tiene lugar durante el sueño, se manifiesta como episodios de apnea (obstrucción completa) o hipopnea (obstrucción parcial) de las vías superiores, ya que las partes blandas de la garganta se colapsan y obstruyen durante el sueño. Eso se asocia frecuentemente al ronquido, pero ni todos los niños que roncan sufren este síndrome ni viceversa.
  • Narcolepsia: es un trastorno poco frecuente que se caracteriza por somnolencia durante el día, cataplejía, parálisis del sueño y alucinaciones.

Parasomnias: se caracterizan por ser conductas o acontecimientos fisiológicos anormales que ocurren asociados al sueño y que pueden o no interrumpirlo. Dentro de este grupo distinguimos distintos tipos:

  • Sonambulismo: el niño, sin ser consciente, se levanta de la cama y deambula por la casa, siendo capaz hasta de realizar tareas como abrir o cerrar puertas, comer, subir o bajar escaleras… Es dificultoso despertarles, suelen tener los ojos abiertos y cuando se despiertan no suelen recordar lo que sucedió la noche anterior.
  • Pesadillas: sueños en los que se va aumentando la sensación de miedo o ansiedad. El niño se despierta asustado, pero se consuela fácilmente. Al día siguiente, suele recordar lo que ha sucedido durante la noche.
  • Terrores nocturnos: Se parece a las pesadillas, pero el despertar es más exagerado. El niño, estando dormido, se levanta, se muestra asustado, con palpitaciones y agitado, es difícil de consolar, aunque tiene los ojos abiertos realmente ni ve ni oye, ya que sigue dormido. Dura un breve periodo del tiempo y el niño se vuelve a dormir por sí sólo. Al día siguiente no recuerda nada de lo que ha sucedido por la noche.
  • Movimientos rítmicos: son movimientos repetitivos que se pueden producir en distintas partes del cuerpo. Comienzan cuando el niño se está quedando dormido, tanto por la noche como en la siesta. Suelen desaparecer a medida que el niño va creciendo.
  • Bruxismo: se produce por una contracción de los maxilares dando lugar al ruido de “rechinar los dientes”. Preocupa a los padres, pero no despierta a los niños.

TRATAMIENTOS

Debe ser siempre personalizado, pero entre los que resultan más efectivos nos encontramos con las medidas de higiene del sueño, las intervenciones psicológicas, fitoterapia y los tratamientos farmacológicos. La farmacoterapia no debe de ser ni la primera ni la única opción de tratamiento. Muchos de ellos se utilizan fuera de ficha técnica y no hay demasiada evidencia científica de su seguridad y eficacia. Si el problema del insomnio es por hábitos incorrectos, en este caso, el tratamiento farmacológico será muy poco efectivo. En los casos en los que los niños muestren problemas neurológicos, será su neuropediatra el que indique cuáles serán los fármacos de elección adecuada.

HIGIENE DEL SUEÑO

A nivel general, se describen una serie de pautas que podrían ser útiles en prevención del insomnio infantil.

  • La temperatura de la habitación debe ser adecuada, con un ambiente relajante, baja luz, con una cama cómoda y confortable.
  • Establecer una rutina antes de acostarse, que les ayude a estar más tranquilos.
  • Horarios regulares tanto para acostarse como para levantarse.
  • Acostarlo y salir de la habitación sin esperar que esté dormido.
  • No acostarse con el niño o acostarlo en la cama de los padres para que cuando se duerma llevarlo a su cama.
  • No utilizar el irse a la cama como un castigo.
  • Refuerzo positivo.
  • No hacer actividades intensas (juegos) antes de acostarse. Todo lo contrario, si es posible hacer alguna actividad relajante.
  • Evitar el uso prolongado de videojuegos, ordenador o televisor cerca de la hora de acostarse.
  • Acostumbrarse a usar la cama sólo para dormir, no para comer, oír música, hablar por teléfono…
  • Evitar bebidas y comidas estimulantes cerca de la hora de acostarse.
  • Suprimir siestas largas cerca de la hora de dormir.
  • Cenas no muy copiosas y no acostarse recién cenado.

No beber agua en exceso antes de acostarse.

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