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Millones de españoles sufren en silencio la incontinencia urinaria por temor al rechazo

Cuatro millones de mujeres y casi dos millones de hombres tienen que enfrentarse diariamente a la incontinencia urinaria (IU) y a los problemas sociales e higiénicos que acarrea, problemas que para el 80 por ciento de los incontinentes españoles supone un rechazo y por lo mismo recurren al silencio en vez de consultar con un profesional sanitario, quien le ayudará a afrontar un problema que, con un tratamiento correcto, se puede corregir o atenuar.

En este sentido, el farmacéutico, por su proximidad y accesibilidad al paciente, desempeña un papel fundamental para aconsejar e informar sobre todas aquellas medidas higiénicas y dietéticas que se pueden adoptar, además del uso de los productos sanitarios adecuados para cada situación.

La incontinencia se produce cuando la presión dentro de la vejiga es superior a la presión en la uretra. Este trastorno puede deberse a una hiperactividad del músculo detrusor de la vejiga que, en algunos casos, es motivada por un problema neurológico o por un daño neuronal. Hay diferentes grados de incontinencia: de esfuerzo, de urgencia o mixta. El primer grado es el más frecuente de todos y se genera cuando se asocia a un esfuerzo físico como la tos, estornudo, etc… Si va precedida de un deseo súbito de orinar, se denomina ‘de urgencia’, y por último, la ‘mixta’ que se da cuando se asocian ambas condiciones.

En la mayoría de los casos, subyace un debilitamiento de los músculos del suelo pélvico, que no ejercen la presión necesaria, y como consecuencia de ello, la uretra no queda bien cerrada y deja escapar algunas gotas de orina. Es por eso que la IU afecta más a las mujeres, ya que la uretra femenina es más corta que la del hombre y eso favorece la incontinencia. Además, hay que tener en cuenta otros factores como el sobrepeso o los relacionados con embarazo y el parto, que también pueden provocar incontinencia, aunque en estos casos suele ser reversible.

La elección de un tratamiento específico depende de la severidad de los síntomas y del grado en el que interfieren con el estilo de vida del paciente. El primer escalón terapéutico para el tratamiento de la IU lo constituyen las medidas higiénico- dietéticas, las técnicas de modificación de la conducta y el manejo de técnicas que incluyen los ejercicios del suelo pélvico (Kegel) para fortalecer la acción del esfínter uretral.

También se puede optar por un tratamiento farmacológico específico para cada tipo de IU, para ello se cuenta con varias alternativas terapéuticas. Generalmente, la cirugía será el recurso para tratar la IU de estrés y para la IU secundaria a obstrucción. Cuando no existe respuesta a ninguna de las alternativas de tratamiento anteriores la única solución es aplicar medidas paliativas que ayuden a prevenir futuras complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente, especialmente en el paciente mayor.

En definitiva la IU en muchos casos se puede mejorar o curar, pero para lograrlo es necesario consultar con los profesionales sanitarios quienes informarán sobre este problema que afecta a millones de personas. Con este objetivo se fundó el Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI), entidad que sirve de nexo entre los diferentes sectores sociales implicados en la enfermedad: pacientes y sus familiares, profesionales sanitarios, Administración y demás colectivos interesados.

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