Archivos

La Farmacia, un chivo expiatorio por su transparencia

El 79% del ajuste del gasto sanitario que han llevado a cabo las comunidades autónomas desde 2010 se han aplicado al gasto en recetas del Sistema Nacional de Salud, cuando esa partida no llega a representar más allá del 18% de dicho gasto. A lo largo de los últimos trece años se han aplicado hasta 29 medidas distintas para reducir el gasto farmacéutico público ambulatorio. Una situación que ha llevado casi a  3.000 oficinas de farmacia españolas, a la situación de quiebra económica al  haberles planteado exigencias muy por encima de sus posibilidades reales.

¿Por qué esas medidas se han aplicado exclusivamente al gasto en recetas? ¿Por qué no se han incluido otras partidas de la sanidad pública como el gasto farmacéutico hospitalario o la regulación de la cartera de servicios no esenciales? No se ha hecho porque no era fácil y, sin embargo, a los sucesivos gobiernos les ha resultado sencillo ajustar el gasto farmacéutico ambulatorio por la transparencia de su facturación a la Comunidades Autónomas, y, el mango de la sartén que representa ser el principal cliente que debe pagar todos los meses, aunque en algunas autonomías ni siquiera esto sea cierto.

Las farmacias españolas se han convertido en el “chivo expiatorio” de las insuficiencias presupuestarias del Sistema Nacional de Salud, lo que equivale a decir según el significado aplicado a esa expresión que son víctimas inocentes, castigadas por las faltas, equivocaciones y problemas de otros.

El origen más remoto de la acepción “chivo expiatorio”, con el mismo significado de víctima inocente, lo encontramos en la Biblia. En el capítulo 16 del Levítico se explica la celebración del Día de la Expiación (Yom Kipur). Se escogían dos machos cabríos o chivos, uno de ellos era sacrificado a Yahveh por el rabino y con su sangre se rociaba el Arca de la Alianza. Al otro chivo se le practicaba un conjuro de transferencia de todos los pecados y culpas del pueblo, después se le trasladaba al desierto y allí era abandonado, supuestamente dejado en manos del demonio Azael, aunque en realidad moriría de sed, hambre o devorado por un depredador.

La expiación, en consecuencia, consiste en la remoción de una culpa o un pecado a través de un tercero inocente. En muchas culturas primitivas los sacrificios humanos rituales eran fórmulas de expiación de los pecados colectivos para apaciguar la ira de los dioses.

Dejar un comentario