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Julio Mayol y el algoritmo de la Atención Farmacéutica

El doctor Julio Mayol abrirá Infarma Barcelona 2019 con una conferencia que, sin duda, despierta mucho interés. Todas las intervenciones públicas del director médico del Hospital Clínico San Carlos y referente mundial en innovación son seguidas con atención y mueven siempre a la reflexión y a la acción. Es una incógnita lo que este experto puede plantear para que la farmacia se reinvente al ritmo que marca la profunda transformación social, científica y tecnológica a la que estamos asistiendo y que, obviamente, repercute en nuestro modelo de sanidad y de farmacia.

Una de las líneas de trabajo de la Unidad de Innovación del centro madrileño que dirige es, precisamente, la ingeniería de procesos y el desarrollo de modelos computacionales para ayudar a la toma de decisiones clínicas. Se trata de innovar a través de la tecnología y la explotación de la ingente cantidad de datos disponibles, que le ha llevado a decir que “toda la realidad y lo que somos como individuos es un algoritmo”.

No sabemos si nuestro ejercicio profesional, donde tan decisivo es el factor humano, se puede sintetizar en un algoritmo que, al fin y al cabo, consiste en aplicar un conjunto de reglas o instrucciones para resolver un problema o proceso. Podrán responderlo mejor los matemáticos.

En cualquier caso, y a raíz de esta reflexión, nos hemos preguntado si se puede automatizar una actividad como la atención farmacéutica, de modo que los resultados de esta actuación profesional se traduzcan en unos resultados concretos para los pacientes cuantificables no solo en términos de salud sino también de ahorros para las administraciones.

Desde luego que sería el algoritmo perfecto para desarrollar la farmacia asistencial. De momento, nos tenemos que conformar con analizar qué principios o reglas deberían guiar esta transformación profesional de la farmacia. Lo ha hecho la Asociación de Farmacéuticos Canadienses en una guía que desarrolla el pago en función de los resultados obtenidos por los distintos servicios farmacéuticos desplegados por la farmacia en Canadá.

Siempre desde esta perspectiva, el grupo de trabajo ha destacado que para poner en marcha cualquier programa futuro de pago por servicio debe recabar la opinión de la farmacia desde el principio en el diseño de los programas. Tiene además que asegurar que los programas estén acordados entre los que pagan el servicio y quienes lo regulan. Otro principio básico es que minimice el coste de implementación para la farmacia. Tampoco puede crear incentivos perversos y ha de garantizar que el reembolso es positivo y no punitivo para el farmacéutico, con el fin de que ofrezca suficientes incentivos y cubra el coste de su desarrollo. Por último, y lo más importante a juicio de los expertos, debe asegurar que sea medible de una forma transparente y basada siempre en la evidencia. Sin pruebas, ni resultados cualquier experiencia en esta área está condenada al fracaso.

Son solo un conjunto de reglas básicas que hay que tener en cuenta y que debería aplicar un potencial algoritmo de la atención farmacéutica, una aspiración profesional que, estamos convencidos, es parte de la solución para transformar el actual modelo sanitario.

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