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¿Qué efectos provoca el alcohol en nuestro cuerpo?

El alcoholismo, o dependencia del alcohol, es una enfermedad crónica, frecuentemente progresiva y mortal, producida por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas. Esta alteración interfiere en la salud física y mental del individuo, así como en sus responsabilidades laborales, además de afectar también a su núcleo familiar y a la sociedad entera.

El consumo de alcohol en exceso produce múltiples problemas de salud. Dentro de los problemas físicos podemos resaltar la cirrosis hepática, alteraciones cardiovasculares, hipertensión, desnutrición, problemas gastrointestinales y aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Si el consumo excesivo se prolonga en el tiempo, pueden aparecer problemas nerviosos y mentales, e incluso daño cerebral permanente. Otros problemas derivados del consumo de alcohol son el aumento de accidentes de tráfico y de la violencia.

Al ingerir alcohol se deprime el sistema nervioso central por su efecto sedante. La reacción inicial puede ser de estimulación, pero a medida que continúa la ingestión de la bebida surgen los efectos sedantes o tranquilizantes. Al  deprimir los centros de control del cerebro, produce relajación y desinhibición. El alcohol afecta a las áreas del pensamiento, emociones y juicios, dificulta el habla y la coordinación muscular y, además, como ya se ha comentado, produce sueño. Tomado en grandes cantidades puede producir coma.

Los efectos tóxicos del alcohol se relacionan con la concentración de éste en la sangre. La cantidad de alimentos que se hayan consumido y el tiempo transcurrido antes de beber afectan a la respuesta producida por el alcohol. El tamaño corporal, la grasa del organismo y la tolerancia a los efectos del alcohol (necesidad de beber cantidades cada vez mayores para poder sentir lo mismo) también influyen. En general, iguales volúmenes de alcohol tienen mayores efectos en una mujer que en un hombre.

El tratamiento del alcoholismo es complicado. La mayoría de los alcohólicos y personas que abusan del alcohol adoptan una actitud renuente ante el tratamiento porque niegan este problema.  La primera fase del tratamiento es el reconocimiento del problema por parte del paciente. En esta fase es fundamental que la familia y personas allegadas convenzan a la persona de la necesidad de tratamiento y participen de forma activa en la terapia.

La segunda fase es la desintoxicación. En esta etapa se prohíbe el consumo de alcohol al paciente. Para tratar el síndrome de abstinencia se utilizan medicamentos denominados benzodiacepinas. También se suele seguir una dieta equilibrada con suplementos vitamínicos que contrarresten las deficiencias nutricionales debidas a la enfermedad.

En un estadio más avanzado están los programas de rehabilitación que ayudan a las personas afectadas a mantenerse en la abstinencia de alcohol. Estos programas incluyen soporte psicológico, consejos y cuidados de enfermería y médicos. La educación sobre la enfermedad del alcoholismo y sus efectos es parte de esta terapia.

El tratamiento farmacológico ha estado limitado durante años a las terapias de aversión. Este tipo de terapia se caracteriza por el uso de fármacos que reaccionan con el alcohol produciendo reacciones desagradables (náuseas, vómitos, dolor de cabeza, sudores, etc.). Otras terapias van encaminadas a corregir el ansia por el alcohol, es decir, el impulso interno mediante el cual la bebida se convierte en objetivo prioritario del comportamiento. Las sustancias incluidas en este grupo actúan anulando los efectos placenteros asociados al consumo de alcohol, ayudando así a  disminuir el ansia de estos pacientes.

A día de hoy, nadie sabe qué causa los problemas con el alcohol; los expertos creen que puede ser una combinación de varios factores (factores genéticos, trastornos depresivos, ansiedad, vida estresante, baja autoestima, etc.). Hasta que las causas primarias del alcoholismo sean descubiertas, el problema no puede ser prevenido farmacológicamente hablando. Los programas educativos sobre el alcohol dirigidos a niños y adolescentes, y a sus familiares, son de gran utilidad para prevenir esta adicción.

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