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El desconocimiento del Síndrome de Piernas Inquietas (SPI)

¿Sabes si lo que tienes es el síndrome de piernas inquietas? Si notas un hormigueo, punzadas, dolor en las extremidades inferiores, sensación de cosquilleo y necesidad de mover las piernas para aliviar este malestar, es posible que padezcas este síndrome.  Se trata de una patología desconocida para muchos, pero la padecen más de cuatro millones de españoles.

El síndrome de piernas inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom (EWE) es un trastorno de origen neurológico, en el que se producen unas sensaciones molestas en las extremidades, concretamente en las piernas, cuando se encuentran en estado de reposo. Los afectados suelen estar cansados y mareados deambulando de un médico a otro mientras la enfermedad avanza y sin encontrar un diagnóstico correcto.

Según la Asociación Española del Síndrome de las Piernas Inquietas (AESPI) entre un 10% y un 15% de la población española sufre esta enfermedad, aunque solo un 3% de los enfermos se consideran de grado severo. La incidencia aumenta en la población mayor de 65 años, llegando alcanzar el 20%.

El desconocimiento social sobre esta enfermedad hace que solo el 5% de los pacientes esté diagnosticado. Este trastorno afecta tanto a hombres como a mujeres. La mayoría de los que padecen el SPI son propensos a desarrollar algunas patologías como la depresión, la ansiedad, insuficiencia renal, alteraciones cardiacas, etc. Por esta razón, es importante hacer un diagnóstico temprano para controlar o prevenir la aparición de la enfermedad, llegando incluso a conseguir que el paciente tenga una buena calidad de vida.

Aunque se desconocen las causas de este síndrome, la mayoría de los estudios indican que puede estar relacionado con el funcionamiento de la dopamina, una sustancia presente en el sistema nervioso que se encarga de regular el movimiento.

¿Pero cuándo debemos tratar este síndrome?

Cuando los síntomas interfieren con la calidad de vida, con el funcionamiento diurno laboral o social o con el sueño debemos acudir a un especialista para ser tratado. En definitiva, cuando se sospecha de un posible caso de SPI se le realiza al paciente un análisis de sangre como diagnóstico, ya que se ha comprobado que existe un mal metabolismo del hierro o disminución de los niveles de ferritina. Se suele tratar este trastorno con agonistas dopaminérgicos, antiepilépticos y opioides, pero siempre bajo la supervisión del médico.

Como recomendación para mejorar este trastorno, es importante mantener un horario de sueño regular, realizar ejercicio físico moderado, sobre todo a últimas horas de la tarde, y reducir el consumo de café, tabaco y alcohol, ya que empeoran las molestias si se sufre de SPI.

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