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Cuida tu corazón y tus arterias

Bajo el nombre general de enfermedades cardiovasculares (ECV), se agrupan una serie de patologías (infarto agudo de miocardio, angina de pecho, ictus, etc.) que afectan al corazón y a toda la red de vasos sanguíneos del organismo (arterias, venas, capilares). Son enfermedades, que avanzan silenciosamente sin dar apenas señales de alarma, siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, tanto en hombres como en mujeres.

Por suerte, cada vez contamos con más información sobre cómo se producen y sobre qué podemos hacer para prevenirlas y mantener una salud cardiovascular óptima. Se puede considerar que los pilares de la prevención son: no fumar, seguir una “dieta mediterránea” (alimentación equilibrada que incluya frutas, verduras, hortalizas y legumbres, evitando el exceso de calorías y de grasas saturadas), practicar ejercicio físico de forma habitual y evitar el sobrepeso y la obesidad. La prevención es importante y no requiere mucho tiempo ni pruebas complejas; medir la presión arterial periódicamente, aún en ausencia de síntomas, o hacer cada cierto tiempo una analítica que incluya la determinación de los niveles de colesterol o de glucemia, son pruebas analíticas sencillas que nos pueden servir de gran ayuda.

Factores de riesgo

Modificables

  • Hipertensión arterial: la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias cuando circula por ellas. Un adulto debe tener una presión arterial inferior a 140/90 mmHg, e idealmente inferior a 120/80 mmHg. El aumento de la presión dentro de las arterias hace que la pared sufra ateriosclerosis, la cual termina por obstruir el flujo de sangre, dando lugar a infartos y otras lesiones en los órganos y tejidos afectados. Además, la hipertensión arterial no controlada puede provocar la atrofia del ventrículo izquierdo y esto terminar en una insuficiencia cardiaca.
  • Diabetes mellitus: se caracteriza por un aumento de la concentración de glucosa en la sangre. Esta glucosa es el resultado final de la digestión de muchos alimentos comunes, como el pan, la pasta, las frutas o las legumbres, entre otros, y está presente en el torrente sanguíneo en concentraciones variables dependiendo de lo que se coma, del ejercicio que se haga, y sobre todo, de las alteraciones en la secreción o en la acción de la insulina. Se consideran normales, valores de glucosa sanguínea menores a 100mg/dl en ayunas.
  • Hipercolesterolemia: el colesterol se deposita en la pared de las arterias produciendo un estrechamiento de las mismas, el calibre del vaso puede verse reducido, a la vez que se vuelve menos flexible. Es lo que se conoce como ateroesclerosis o endurecimiento de las arterias, un fenómeno que dificulta el flujo sanguíneo y puede causar problemas de salud graves. Con el tiempo, el depósito va aumentando y se forma la denominada placa de ateroma, pudiendo llegar a obstruir totalmente el vaso sanguíneo. Se consideran normales los valores de colesterol sanguíneo menores a 200 mg/dl en ayunas.
  • Sobrepeso y obesidad: actualmente, el riesgo cardiovascular depende más de cómo se distribuye el peso en el cuerpo, que del número total de kilogramos que pese una persona. El índice cintura/cadera mayor de 0,9 en hombres y 0,85 en mujeres se considera anormal y se relaciona con el incremento del riesgo de ECV. Se considera que una persona presenta sobrepeso si su IMC (índice de masa corporal), valor que se obtiene al dividir el peso en kilogramos de una persona por su talla en metros al cuadrado, es mayor de 25, pero menor de 30. La obesidad se define a partir de un IMC de 30.
  • Tabaquismo: existen tres grandes grupos de patologías relacionadas con el tabaquismo: el cáncer, las enfermedades respiratorias y las del corazón y el aparato circulatorio. Diversos compuestos del humo del cigarrillo, como el monóxido de carbono, entre otros, afectan de forma negativa a la salud vascular. Las arterias más pequeñas, localizadas en el cerebro y el corazón, son las más afectadas por los efectos nocivos de estas sustancias.
  • Dieta: una dieta sana consiste en un adecuado balance entre el consumo de frutas, verduras y proteína blanca, una baja ingesta de sal y en evitar los fritos. Conseguiremos así una presión arterial normal, peso adecuado y niveles de colesterol adecuados.
  • Sedentarismo: un estilo de vida caracterizado por una escasa actividad física contribuye al comienzo precoz y a la progresión de la ECV. Cualquier incremento en la actividad física tiene consecuencias positivas para la salud, mejora la sensación de bienestar y la calidad de vida y reduce la incidencia de otras muchas enfermedades; 30 minutos diarios de ejercicio de intensidad moderada es la mejor receta para reducir el riesgo cardiovascular y mejorar la forma física; caminar a buen ritmo (según la edad y otras circunstancias personales), correr, hacer senderismo, bicicleta (estática o normal), natación, tenis o golf, etc.
  • Estrés: los llamados factores psicosociales (nivel educativo bajo, nivel socioeconómico bajo, aislamiento social, estrés laboral, estrés familiar, depresión, ansiedad, entre otras) no sólo aumentan la posibilidad de sufrir un primer episodio vascular, sino que pueden dificultar la adherencia al tratamiento y los cambios en el estilo de vida, así como el bienestar de los pacientes.

No modificables

  • Edad: a medida que aumenta la edad aumenta el riesgo cardiovascular.
  • Sexo: el riesgo es menor en mujeres hasta la menopausia debido al efecto cardio-protector de los estrógenos.
  • Antecedentes familiares: independientemente de que existan otros factores de riesgo, el hecho de que en el árbol genealógico figure un pariente de primer grado con enfermedad cardiovascular precoz (en hombres, por debajo de 55 años, y en mujeres, por debajo de los 65 años) que haya sido víctima de un accidente cardiaco o cerebral, supone un aumento de un 50% a un 75% en el riesgo de sufrir una patología cardiovascular. Las probabilidades se incrementan si existen precedentes en familiares de primer grado (padres, hermanos o hijos), de segundo grado (abuelos, nietos, tíos) o de tercero (primos), a medida que se incrementa el número de parientes afectados y cuanto más precoces hayan sido los eventos en éstos.

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