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La plastilina, otro invento farmacéutico

La plastilina forma parte de nuestros recuerdos de infancia y de esos días de colegio en los que nos daban la oportunidad de dar rienda suelta a nuestra libertad creativa. Afortunadamente las aulas siguen fomentando la imaginación gracias a esta masilla moldeable que nace en una farmacia alemana.

Fue Franz Kolb, farmacéutico de profesión, quien en 1880 dio respuesta a la demanda de varios amigos escultores que se quejaban de la dificultad para trabajar con la arcilla porque se secaba rápidamente. Por aquel entonces Múnich era un centro artístico y los escultores necesitaban nuevos materiales para sus creaciones porque los bloques de arcilla eran demasiado pesados y la masa dejaba de ser elástica cuando se secaba.

En el laboratorio de su farmacia, y después de muchos años de pruebas, Kolb dio finalmente con la solución en el año 1880. Aunque no se sabe a ciencia cierta la fórmula original del producto, sí se conoce alguno de los componentes que definen la propiedad de este material, entre los que se encuentran cinc, azufre, cadmio, cera y aceite.

Animado por las buenas críticas recibidas de sus amigos y por las felicitaciones de varios directores de escuelas de arte, el farmacéutico decidió patentar el nuevo producto a su nombre, creando una empresa a través de la cual ofreció la fabricación a Faber-Castell, una compañía instalada en Baviera y especializada en material para artistas. Inicialmente el producto se empezó a comercializar en 1890 con el nombre de “Kunst-Modellierthon” (arcilla artificial para modelar) aunque muy pronto se la conoció popularmente como “plastilina”.

Simultáneamente, y siguiendo el mismo patrón, un profesor de arte llamado William Harbutt, en Bathampton (Inglaterra), tuvo la misma idea que Kolb logrando una solución parecida mezclando diferentes materiales en 1897. Aunque el producto era similar a la plastilina alemana, la innovación del británico consistió en distribuir la pasta en el ámbito escolar, fabricándola en distintos colores para que fuera más atractiva.

Las fórmulas utilizadas para crear ambos productos son totalmente distintas, pese a que comparten idénticas características. A lo largo de los siglos la plastilina ha evolucionado hasta una nueva versión inteligente no tóxica, que no produce alergias ni contiene gluten, hecha a base de siliconas. Actualmente se emplea como auxiliar de la educación infantil como estimulador de la motricidad y contribuye de manera activa en muchas manifestaciones culturales.

 

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